III. La mujer vestida de azul - PARTE II -

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Un misterioso pero cautivador olor irrumpió en las fosas nasales de Daniyel. Era un olor muy dulce que le hizo recordar repentinamente muchos momentos felices de su vida, como sus cumpleaños, rodeado de toda la gente de la aldea, las fiestas de la aldea o la primera vez que conoció a Luci. Pero también, era un olor que casi parecía llevarle de vuelta a esos días en los que se embadurnaba de harina en la panadería y envuelto en el apetitoso aroma del pan recién horneado. Tanto fue así, que incluso una pequeña y agradable sonrisa se le dibujó en el rostro.

Fue por ese misterioso olor que el chico fue despertado de su sueño en el que, sin saber cómo, se había sumergido. Nada más despertar, noto que se encontraba sobre una cómoda cama. Solo conocía una cama tan cómoda como la que sentía: la de la habitación de Luci, por lo que intuyó que se encontraba ahí.

Tras eso, notó inmediatamente que ese misterioso y dulce olor seguía ahí. Durante un instante pensó que se trataba de algún remanente del sueño que habría tenido y que se quedó ahí. Sin embargo, ese no era el caso. Ese olor era real y envolvía toda la sala.

Con curiosidad, abrió lentamente sus ojos en búsqueda del origen de aquel olor. Al hacerlo, se topó con una figura femenina cuyo rostro estaba muy pegado al suyo. Tanto que podía sentir su leve y calmada respiración. Posiblemente, los labios de ambos estaban a punto de encontrarse. Al principio, debido a la vista cansada y a la borrosa visión propia de cuando despertamos, pensaba que se trataba de Luci, pero ese no era el caso.

Cuando su visión se aclaró, se cercioró de que esa figura femenina no era Luci, sino alguien más que, al notar que Daniyel estaba despierto, se apartó rápidamente de su rostro. Allí, sentada a su lado en el borde de la cama, con sus manos sobre sus largas piernas e iluminada por la cálida luz de una única vela, se encontraba una hermosa mujer que lo miraba. Una cuya belleza superaba todos los cánones de belleza habidos y por haber. Una mujer de la que cualquiera, sin importar su género, quedaría prendido nada más verla. Incluso para el chico, ella era la mujer más hermosa que sus ojos habían visto.

Su sedoso cabello azul como el hermoso mar era de una gran longitud. Tanta que lo más probable era que rozase el suelo cuando estuviese en pie. Esa sería mucha distancia, pues aquella misteriosa mujer alcanzaba los dos metros y medio de altura. Sus ojos eran igual que su cabello, azules como el mar, lo que la dotaban, junto a sus largas, oscuras y definidas pestañas y finas cejas, de un hermoso rostro complementado con dos pequeños pendientes dorados colgantes y una diadema sobre su cabeza, también dorada y esculpida de tal forma que se asemejaba a una corona de hojas de olivo.

Su vestido de una única pieza era también un elemento que destacaba de ella. Al igual que sus ojos y cabello, era azul. Un azul que te hacía mirarla y contemplarla sin parar. Era liso, largo, con una cola que no era larga pero tampoco muy corta, sin mangas, lo que dejaba a la vista su blanca y sedosa piel, y con un escote en una curiosa forma de corazón. Un escote que dejaba apreciar una buena parte de sus grandes y firmes pechos de copa G que le daban un plus de sensualidad a su figura. Y bajo ese hermoso vestido portaba unos tacones azules que la hacían ser un poco más alta de lo que ya era.

Era hermosa, sí, pero su figura también imponía respeto. De alguna manera, Daniyel sintió que estaba frente a alguien importante. Más importante que un rey incluso. Estaba claro que aquel dulce olor venía de aquella mujer que lo miraba de una forma serena y calmada y con una pequeña, pero a la vez hermosa sonrisa en su rostro.

Al verla allí, Daniyel se incorporó en aquella cama y se retiró un poco de ella, aunque el movimiento fue mínimo. No fue por miedo por lo que lo hizo, ni mucho menos. Aquella hermosa mujer no despertaba en él ningún tipo de terror, más bien fue una especie de intuición. Intuición que de algún modo le decía que debía mostrarse respetuoso ante ella. Algo que estando tan cerca no lograría.

El Humano & La Princesa DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora