VII. Tentación divina

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-¡Alksandar! ¡¿Estás bien?! – le preguntó la princesa al vicecomandante, preocupada por su estado físico.

-Estoy bien...princesa... - respondió él dolorido– Solo tengo...algunos golpes. Esas hermanas...saben dar pelea...

-Menos mal – le contestó la princesa casi apunto de llorar – Me alegro de que estés bien.

-¿Qué les ha pasado a esas dos?

-Ni idea – respondió Daniyel – Parece que la pequeña se desmayó al salir de la cueva y la otra antes incluso de entrar en ella. Ahí dentro debe de haber algo que las ha dejado así.

-Cariño, ¿crees que puedas quitarle este hilo a Alksandar de encima?

-Claro. No te muevas, Alksandar, o podría carbonizarte entero.

Daniyel se agachó frente al vicecomandante y eliminó el hilo que lo envolvía mediante su magia ígnea. Para ello, simplemente tocó con sus dedos índice y corazón derechos el hilo de araña y este último se prendió en llamas durante apenas un segundo, tiempo más que suficiente para reducirlo a cenizas y liberar al vicecomandante. Este último solo sintió una punzada de calor en su cuerpo que no le causó ningún mal.

-Ya está.

-Gracias, alteza... - le agradeció Alksandar.

-No hay de qué.

-Vamos, Alksandar, te llevaremos a un lugar seguro – dijo la princesa mientras se ponía en pie y ayudaba a levantarse a Alksandar, quien la usó de apoyo para caminar.

-Discúlpeme por hacerla hacer esto, princesa.

-Tonterías. Una princesa debe ayudar a los que están a su cargo. Vienes, ¿cariño?

-¿Puedes ocuparte de él sola? Yo entraré ahí dentro por el fragmento.

-No lo hagas, es demasiado peligroso. No sabemos que hay ahí dentro que es capaz de dejar a esas dos fuera de combate.

-No te preocupes. Isabella me ha entrenado para esto.

-Ella te entreno para un posible ataque cuerpo a cuerpo, no para algo que hace que te desmayes.

-Estaré bien. Si veo algo con lo que no puedo lidiar saldré de ahí.

Una vez más, la reluciente espada de afilado filo que contenía el alma de un antiguo y odiado rey se manifestó en su mano derecha y, tras pasar junto a los desmayados cuerpos de Kumo y Rem, el príncipe Daniyel se adentró en la cueva, siguiendo aquel misterioso resplandor verde que lo conduciría hasta aquello que buscaba.

-Idiota... - gruñó Luci en voz baja, aunque Alksandar la escuchó y rio.

-Creo que estará bien, princesa. Solo quiere lo que hemos venido a buscar aquí. Sería un fracaso volver sin eso.

-Lo sé, pero podría esperarse cinco minutos. Te dejaré con los demás, veré como estáis y volveré a por él. Solo espero no encontrármelo como esas dos.

-Roguémosle a Dios por ello.

-Dios, ¿eh? Yo no creo en algo como eso, pero si eso quieres hacer, adelante. No entraré en ese tema. Vámonos, quiero que descanses un poco antes de irnos de aquí.

Lentamente, a paso seguro y con sus ojos puestos completamente en todo lo que había a su alrededor, Daniyel avanzaba por el interior de la calurosa cueva, siguiendo la luz que lo conduciría hasta el fragmento de la gema.

-¿Crees que hay algo aquí dentro? – le preguntó el muchacho a Azazel.

-A raíz de lo que soy capaz de ver a través de tus ojos diría que no – respondió el antiguo monarca.

El Humano & La Princesa DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora