SETHVarios meses han pasado, tengo ojeras marcadas bajo mis ojos y mi cara de pocos amigos es indiscutible. La academia cerró debido a los destrozos ocurridos en la ciudad, por suerte nadie murió y sólo hubieron unos pocos heridos; paso mis días metido en la estación de policía esperando a que mi madre me dé alguna noticia o algo que me sirva para encontrar a Génesis, era como si la tierra se la hubiera tragado.
— Seth, ya te dije que no puedes venir aquí todos los días —
Dice una teniente notablemente cansada, que entra con una carpeta azul en sus manos caminando al escritorio en el que estoy sentado, perteneciente a su oficina personal. El cuarto, que no era para nada pequeño, constaba de dos ventanas grandes que dan vista al patio de la estación, sobre el escritorio de madera barnizada había una pila de papeles, unos cuadros de fotos con mi rostro y un dibujo de la palma de mi mano enmarcado con palos de helados de colores que le regalé cuando tenía cinco años. Las paredes tenían un color blanco grisáceo con algunos diplomas enmarcados en ellas, sobre un perchero arrinconado en una esquina estaba su chaqueta negra favorita de cuero, la que le hacía ver más ruda de lo que en realidad ella es, pero para efecto de su oficio, cumplía su cometido.
— No puedo estar en casa de brazos cruzados — me pongo de pie y comienzo a caminar frenético por la espaciosa oficina — La tenía junto a mi, estaba a mi alcance y dejé que se la llevaran... Ella... — Un repentino nudo se hizo presente en mi garganta que me impidió seguir hablando.
— Hijo, debes mantener tu mente calmada para poder encontrarla. Si vienes todos los días no me dejas hacer mi trabajo... — deja la carpeta en su escritorio y se acerca a mi, deteniendo mi andar con sus manos sobre mis hombros.
— La perdí... Debí hacer algo, yo debí ... — su abrazo me hizo callar de golpe por las lágrimas que querían salir de mis ojos y el repentino dolor en el pecho que sentía.
— La encontraremos, te lo prometo... Además hablamos de Génesis, la chica es una guerrera — acuna suavemente mi rostro en sus manos, haciendo que la mire directo a sus ojos cafés.
— Está bien... Confío en ti — esta sonríe y deja un cálido beso sobre mi frente — Iré a casa de Génesis... Veré cómo está su padre...
— Dile al señor Cox que yo iré luego de finalizar mi turno — dice apartándose de mí con un leve rubor en sus mejillas.
— Claro, yo le digo a tu novio — la molesto un poco viendo como su torpeza sale a relucir.
— ¿N-Novio? ¿Qué cosas dices? Ya vete que tengo mucho trabajo — carraspea un poco tomando asiento con el rostro colorado y haciendo como que trabaja.
— Nos vemos en casa, mamá — me despido con una leve risa y salgo por la puerta cerrando esta detrás de mí.
Me despido de algunos colegas de mi madre y al salir a la calle noto las nubes negras que se apoderan cubriendo toda la ciudad y unas cuantas gotas caen sobre mi rostro haciéndome cerrar los ojos, sintiendo como el agua cae por mi barbilla y deslizándose por mi cuello.
— Días como hoy te recuerdo aún más... Génesis... — hablo como si la tuviera en frente de mi, y casi pareciera ser así, por qué siempre puedo ver su imagen sonriente.
Decido caminar hasta la casa de los Cox, ya que no se encuentra tan lejos de la comisaría, solo tengo que atravesar unas cuantas calles. Me detengo frente a un callejón oscuro y maloliente al percibir un pequeño ruido. Me adentro lentamente, siendo atraído por el sonido de metal siendo golpeado.
— Ya basta... P-Por favor — la voz de un chico llega a mis oídos.
— Arruinaste mi costosa playera al tropezar contra mí, pequeña sabandija azul, discúlpate como se debe — otra voz un poco más grave provenía de la misma dirección.
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Sagitario [Zodiaco #2]
FantasiaLa palabra perdedor no estaba en su vocabulario, nunca pensó que convertirse en uno lo llevaría a tal desesperación y angustia. Los días y noches pasaban lentamente convirtiéndose en una tortura para él. Una búsqueda incansable había comenzado y los...