Capítulo 15.2

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Izuku observó por primera vez el estado vulnerable he ido de Katsuki, un Alfa que conoció y siempre tuvo un porte fuerte, altivo que jamás se doblaba, pero ahora...

Ahora solo podía ver a un desorientado hombre perdido en una tormenta de recuerdos.

Los ojos rojos se movieron hacia la figura de Izuku sobresaltandolo.

— No digas estupideses... Si no sabes nada... — Un susurro que le heló la sangre al más pequeño.

Katsuki estaba tenso, sentía que temblaba apesar que su cuerpo estaba inmóvil, su garganta se cerraba y el aire no entraba... Porque aun dolía, porque no importaba cuanto intentará ocultarlo, él la mato...

Si no le hubiera dado esas pastillas, si tan solo no hubiera...

El calor en su mejilla lo hizo reaccionar como una especie de ancla hacia la realidad, no sabía cuando empezó a lagrimear pero Izuku estaba quitando cada una de ellas con delicadeza mientras lo miraba.

— No se nada... — susurro este mientras secaba las lágrimas del más alto — Y tu tampoco lo sabias... Ustedes nunca lo supieron. Eran solo unos niños que jugaron a ser adultos... — Izuku lo hizo alzar la cabeza para mirar el rostro desecho de Katsuki a quien le temblaban los párpados y los labios. — No es culpa de nadie ¿Comprendes? — Katsuki negó cerrando fuertemente sus ojos, las voces en su cabeza le gritaban lo contrario. Izuku lo sugeto de los hombros con toda la fuerza que tenía — ¡No fue culpa de nadie!

— ¡Yo debí saber que hacer! — le grito Katsuki separándose de él.

— ¡No, no debiste! ¡Por qué no tenías como saberlo y aún cuando te hubieras informado, aún así...!

— ¡Es que no lo entiendes! ¡Yo le di ese médicamente! ¡Debí advertirle, no debí darles esas pastillas, no...! 

— ¡Katsuki! — lo detuvo Izuku en un grito, las lágrimas surcaban sus mejillas pecosas — no vallas tan lejos como para terminar esa oración — lo señaló Izuku y Katsuki se detuvo al saber que lo que estuvo apuntó de decir — deja de pensar eso, deja de culparte, se que mis palabras no son suficientes por años de represión hacerca de ese pensamiento. Pero no es bueno, no es sano que te estés mortificando por algo que ocurrió hace ya varios años y que definitivamente no es culpa de nadie.

Katsuki lo miró con ojos apagados, se sentía mentalmente agotado, la cara inchada y hirritable, era un asco. Sabía que Izuku tenía razón, sabía que aunque quisiera le era imposible no sentirse culpable por la muerte de su menor amiga, siempre intentaba buscar justificasiones o cualquier signo del que sólo fue un accidente pero era casi imposible que su mente lo dejara en paz.

Sin pensarlo se hecho a los brazos del peliverde a llorar bajito sin decir alguna palabra mientras el aroma cálido y reconfortante de Izuku lo envolvía como a un cachorro.

Mis- No, Nuestros HijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora