¡Hey! Capítulo super corto, porque me di cuenta, este era una parte que faltaba y se me había olvidado escribir.
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Las olas chocaban con la orilla, haciendo eco en la noche donde la brisa salada del mar golpeaba fuertemente su rostro.
Mirar el oleaje sobre el agua era de alguna forma relajante, a su parecer, aunque el silencio siempre le gustó en ese preciso momento lo menos que necesitaba era estar en silencio.
— Te diría felicidades, pero eso no viene al caso — la voz cansada del pelinegro se oyó en aquel balcón.
Katsuki lo observó de reojo, Aizawa había sido su bote desde que había escapado de aquel pequeño pueblo del demonio.
Recuerda que había bagado por la carretera durante dos días escapando de aquellos que lo perseguían y fue cuando el auto de aquel viejo ojeroso se atravesó en su camino.
Le pidió ayuda y este se la dio sin chistar, aunque con dudas que nunca llegaron. Aizawa le dio un cambio de ropa y le dio de comer, se sintió tan inútil porque estaba tan débil que había caído enfermo, había estado en un hospital.
Ese Beta que no lo conocía, lo ayudó y se preocupo por el, cuidándolo aunque no le correspondiera.
Cuando estuvo mejor su mente solo pensó en volver con Izuku y sus cachorros, pero Aizawa lo amarró - literalmente - y no lo dejó ir hasta que le diera una explicación del porqué su estado y de donde venía.
Recuerda haberle insultado y gritado en su desespero, pero ni aún así Aizawa lo dejó ir. Solo lo miró aburrido escuchando cada uno de sus insultos.
Cuando se calmo le contó lo que había ocurrido, recuerda el a ver retenido las lágrimas de la impotencia y Aizawa lo oyó atentamente sin interrumpirlo.
El beta intentó ayudarlo, intentó de algún medio demandar aquel poblado pero descubrieron algunas cosas, cosas demasiado delicadas sobre ese pueblo que le pondría los bellos de punta a cualquiera.
Ese pueblo era inmune a cualquier ley que avanzará, ninguna justicia de ningún tipo tenía derecho de siquiera mirar hacia allí. Nadie se metía con las leyes de ese retorcido pueblo, ni siquiera el gobierno.
Durante años mantuvo a Izuku vigilado con ayuda, se negaba avanzar sin tenerlos consigo pero de nuevo allí estuvo Aizawa, diciéndole las verdades a la cara y siendo su apoyo a seguir, gracias a él, tenía todo lo que ahora tiene.
Entonces mientras avanzaba observaba de lejos a su familia abanzar en secreto, descubrió que pudieron salir de aquel pueblo, que tenían una vida normal, pero los había perdido por alguna extraña razón, cada vez que los encontraba ellos se alejaban, pero no se rindió y ahora por cosa del destino los volvió a tener frente a él, se asegurará de no volver a perderlos.
— ¿Qué crees que debería hacer? — suspiro Katsuki apoyándose en el barandal del balcón de su habitación.
— No lo se — se encogió de hombros acercándose a Katsuki — aún es un misterio para mí el como funcionan las relaciones Alfa-Omega. — Katsuki lo miró irritado — pero le pediste que te diera permiso para cortegiarlo ¿y este no te dio una respuesta pero te pidió que no te alejaras?
— Si ¿Por qué me dices lo que ya se? — le cuestionó enderezandose y mirando con molestia al mayor.
— Entonces el Omega tiene su respuesta, no entiendo porque te das tanto dolor de cabeza — bostezo aburrido el mayor. — los jóvenes siempre se complican las cosas — murmuró abandonando el lugar, no tenía que decir mucho, simples palabras que sabía que él Alfa entendería.
Katsuki se quedó mirando hacia la playa, atónito, ante las palabras del pelonegro, en realidad no tenían gran peso, nisiquiera había nada más que un mensaje oculto que nisiquiera el pudo ver cuando estuvo frente a Izuku
¿Por qué se complicaba tanto si Izuku le había dado una respuesta indirecta?
Entonces recordó a los dos mocosos, suspiro ¿Cómo hacer que sus hijos lo aceptarán? Y peor aún ¿que hacer en caso que estos supieran que el era su padre biológico?
Se Sacudió el cabello con frustración, tal vez nada era fácil. Jamás tuvo la vida fácil y eso no será diferente ahora.
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Mis- No, Nuestros Hijos
Hayran KurguIzuku es un Omega quien está orgulloso de sus dos cachorros mellizos, Katsuma un Omega y Mahoro una Alfa de diecisiete años. El solo los crió, cuido y vio crecer. Se sintió más orgullos cuando su hija Mahoro ganó unos voletos y un hotel todo pagado...