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Haruki

—¿Te puedes largar?— le pedí amablemente a mi mejor amigo que había venido de visita a mi casa sin previo aviso.

—No, hoy vamos a hacer una fiesta de pijamas en tu casa para estrenarla— espetó rápidamente Kokonoi cotilleando mi armario.

Le miré vagamente desde mi cama y luego dirigí de nuevo la mirada al techo blanco de mi habitación que ahora estaba el triple de revuelta. Tras un largo rato simplemente escuchando los tarareos de Koko, decidí interrumpir su extraña y poca común alegría.

—Entonces, ya no estás cabreado, ¿no?— giré el cuello para ver que me estaba dando la espalda, ya que había comenzado a doblar las prendas que había scado de mi armario y tanta amabilidad, conociéndolo, era extraña.

—Noup, creo que debería respetar cuando decides comentarme una cosa importante y que me la cuentes cuando tengas tiempo; en vez de perseguirte hasta la casa de tus amigos, estrangularte, patearte y luego echarte la bronca.— siguió doblando mis prendas como si nada.

Definitivamente a este tío le pasa algo, ¿desde cuándo se disculparía perdiendo parte de su orgullo y su imagen como el mejor amigo agresivo?

—Vale, entonces, ¿te ha ocurrido algo bueno?— me senté aún en la cama, arqueando una ceja.

Paró en seco unos instantes, cogió aire y continuó; como si me lo fuera a comer esa actuación.

—Que va, ¿por qué lo dices? Todos mis días son buenos— soltó una carcajadas raras.

—Koko mamón, ¿me estuvistes acosando todo el día para que te contara lo que me pasó ayer por la noche y ahora no me vas a contar lo que te pasa a ti?— me senté en el borde de la cama, abrazando mi almohada y clavando mi vista en el desgraciado que se encontraba en mi cuarto.

—¡Chsst! Tampoco es como si pudieras protestar, no me has contado casi nada aún— se giró unos instantes para echarme una mirada asesina y después continuar con su labor auto impuesta.

—¡Me dijistes que esperara a que llegara Inui para contarlo!— Le repliqué haciendo un puchero.

—Además, sospecho que tu repentina felicidad tiene que ver con él, ¿no es así?— no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mi rostro al ver a mi amigo encogerse en cuanto pronuncié esas palabras; si es que mi intuición nunca falla.

Cogió aire fuertemente, lo retuvo unos segundos y luego lo soltó todo en un largo suspiro. Se giró y me empujó para que le dejara sitio en mi cama, y se cruzó de brazos.

—Pues... puede... que nos hayamos besado— balbuceó mirando al suelo. Sus mejillas comenzaron a ponerse de un rosa clarito, era graciosa esa reacción pero no me servía.

—¿Eeh? ¿Pero no os besásteis ya hace mucho tiempo en la biblioteca? Aunque es verdad que él estaba fritísimo— dejé de abrazar la almohada y la puse a un costado de la pierna de mi mejor amigo, para después acostarme y mirarle con carita de cachorro, a ver si así le sonsacaba algo.

—No hace falta que me recuerdes ese día, no deberías de haber estado ahí— puso sus dedos pulgar e índice en el punte de su nariz, dejando soltar otro suspiro más para la colección.

Me quedé en silencio, indicando que quería que especificara más y acabó cediendo después de un corto rato.

—Vale, ¡Vale! Fue hoy, después de que te fueras. Me tropecé, el paró mi caída y- —sonó el timbre interrumpiendo la oración que acababa de comenzar mi amigo, haciendo que chasqueara la lengua ya que había perdido mi chisme.

Algo... complicado || Matsuno Chifuyu x Male OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora