Capítulo 60

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Me encuentro en mi cama tumbada, no he tenido ni fuerzas para ir a trabajar hoy, he llamado y me han dado el día libre pero incluso si me despidieran no me iría mal, todo está manchado por restos de Luke, da igual los lugares que vaya.

Tocan el timbre, me levanto como puedo, parece que me ha pasado un tren o un elefante por encima.

—Hola señorita ¿que tal? —me pregunta Elizabeth mientras observa mi rostro desastroso. Llevo el pelo más liado que una diana, la bata que me dejo mi madre cuando estuvo aquí y unos ojos más hinchados de estar toda la noche y toda la mañana llorando.

—Madre mia hija, estás hecha un desastre —confiesa sin ningún tipo de tapujo.

—Ya, ¿a que has venido Elizabeth? —le imploro.

—Ha sacarte de marcha, lo que necesitas es un buen meneo —no se si lleva razón, Elizabeth no es la mejor persona para dar consejos

Al final acepto, después de un ejercicio de persistencia pura y dura prefiero irme.

Es mejor irme y tomarme algo y olvidar todo un poco a quedarme incrustada contra un sofá y recordar continuamente frases y momentos vividos con Luke. 

Comienzo a prepararme, Elizabeth parece que ya sabía lo que iba a decir porque ella viene arreglada. Mientras lo hago ella me observa y pone algo de música para animar la cosa. Hace alguno de sus comentarios graciosos que provoca arrancarme varias risas.

Llegamos a la discoteca, me ha llevado a la misma en la que nos conocimos, parece que fue ayer cuando eso ocurrió.

—Venga charly que hoy es mi noche —el hombre ya no se llama charlie, no es el mismo que aquella noche. Pero me recompone que se acuerde de aquella frase.

El chico que nos atiende es bastante majo y bastante rápido. Nos pone enseguida dos Gin Tonics. Yo comienzo a beberlo sin detenerme ni un segundo, en apenas unos segundos ya me he tomado el primero y estoy pidiendo un segundo.

—¿Dónde está la Mía de hace un rato? —me pregunta Elizabeth sorprendida por mi repentino cambio de chip.

—La he dejado en la puerta, no me han dejado pasarla —digo con tono irónico.

Ella comienza a reírse y yo doy de nuevo un par de sorbos mientras sondeo el panorama de la discoteca.

—¿Damos una putivuelta? —le cuestiono.

—Eso es de crías, además que desde el reservado todo se ve de lujo —me dice señalando los asientos más altos de la discoteca.

—Pero eso vale dinero Elizabeth —le recrimino.

—Mía que lo tengo reservado, venga, coge el gin tonic y vámonos para arriba —me ordena mientras lo hace a la vez.

Doy unos cuantos sorbos más y me enmarco en la misión de ir tras ella. Llevo ya uno y medio y todo me está empezando a dar vueltas, realmente me cuesta recordar porque estaba tan mal hace unas pocas horas. Total ¿por un tio? estoy rodeada aquí de cientos. La música me transforma y comienzo a venirme arriba a la vez. Sigo bebiendo esto es un no parar, he perdido de vista a Elizabeth pero aun asi me da igual.

—Vamos Nueva York —grito a los cuatro vientos, me hace gracia mi voz, no entiendo porque pero no puedo parar de reirme.

Hay momentos en los que todo se vuelve en silencio y solo escucho a mis pensamientos. Otros en los que tan solo escucho la música, entra por mi cuerpo y se queda en bucle en mi cabeza. 

“Esta canción está muy bien para poner en el coche mientras voy al coche” mierda si no tengo coche.

—Jajajajaja —dos personas aun mas mayores que yo me miran como si fuera un bicho raro.

Luces y sombras[©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora