Capítulo 27

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Me encuentro sentada en mi mesa de trabajo, hoy no he tenido mucho trabajo. Me quedan tan solo unos minutos para terminar así que cojo el móvil y le envié un mensaje a mi madre para decirle que ya casi había terminado. Ella me envía un “Ok”. Típico de madre supongo.
Cuando es la hora apago el ordenador lo más rápido posible dentro de la velocidad que tiene y cojo mi bolso.
Mientras estoy en el ascensor trato de coger la tarjeta del autobús pero no la alcanzo. Se abre la puerta y me dispongo a salir antes de que se ponga a subir y bajar como una atracción de feria.
Cuando la toco la saco rápidamente y alzo la vista enfrente en busca de visar la parada de autobús.
—Vas a algún sitio? —me quedo como una estatua en mitad del paseo. No puede ser, él no, ahora no.
—¿Que haces aquí? —le pregunto mientras muevo los brazos en el aire.
—Tranquila que tengo una explicación —dice mientras me fijo que lleva el labio partido y el cuerpo maullado.
—¿Qué te ha ocurrido? —le pregunto mientras doy un paso casi en falso. No sé si es una buena idea acercarme a él.
—Por favor, metete en el coche —me dice con el rostro perdido y señalando con la palma de la mano al coche.
—No Luke, no voy a entrar en tu juego, ahora no —me niego a aceptar todo lo que él diga, no va a llevar por buen camino nunca.
—Porfavor Mía, no seas testaruda —me recrimina, algo que hace que aun me enfade más.
—Paso —le gruño y me doy la vuelta en busca de avistar la parada de autobús, mi madre me está esperando en casa y no tengo ganas de discutir y de llegar a casa enfadada.
Miro atrás y ya no está Luke, algo que me alivia pero al mismo tiempo me da más enfado porque una parte de mi quería que me siguiese y que me diese la razón.
Me siento en la parada, tan solo quedan cinco minutos para que pase mi autobús, pero por mala suerte mia Luke aparece con su estupido coche encima de mis narices.
—Vamos Mía, sube —me dice mientras baja la ventanilla del coche.
—Jope eres más pesado que un collar de melones —digo mientras resoplo.
—Por Favor —me responde con un hilo de voz.
Pongo los ojos en blanco y al final aceptó, seguro que va a ser mejor que ir en autobús en hora punta con el olor a oficinista después de estar más de ocho horas sentado en la mesa de su despacho.
Me siento en el asiento pero no le miro. Tan solo observo por la ventana y veo como van los coches de un lugar a otro.
Me gustaria saber que me tendrá deparado la vida a mi, donde me llevara mi camino y si al final es al lado de la persona que tengo a mi lado.
—Las negociaciones no fueron por buen puerto —decide Luke romper el silencio que cada vez estaba siendo más incómodo.
—¿Y que tiene que ver eso ahora? —en estos momentos soy como una olla a presión apunto de explotar.
Solo espero que no le pille a mi madre de cerca.
—Tiene que ver Mía —cambiaba bruscamente el tono —. Porque después de finalizar las negociaciones ellos prefirieron tomarse las guerra por su cuenta y cobrarse el interés de la negociación mediante esto —se explicaba mientras se señalaba el dedo directamente al labio.
—¿Y por qué no me has dicho nada durante estos dos días? —aun así había detalles que no los llegaba a comprender.
—Porque después de la paliza quedé inconsciente hasta ayer por la noche —aquellas palabras hicieron que mi boca tocase el suelo.
—¿Y por qué cuando te despertastes no me llamastes? —intentaba recomponerme de lo que habían escuchado mis oídos.
—Porque no quería asustarte y ya era tarde. Además de que no sabía si ibas a estar enfadada conmigo aunque supuse que si después de ver todas las llamadas —se explicaba sin quitar la mirada del horizonte.
No sabía si tragarme eso o no, no sabía si era verdad lo que me estaba contando.
—Aquí tienes el informe médico por si no me crees —echaba la mano a la parte de atrás y me daba un papel. Parecía que me estaba leyendo la mente.
Empecé a leer cada palabra de aquel papel y todo cuadraba, todo menos el no haberme llamado cuando estaba consciente.
Dentro de mí empezaba una guerra que no sabía si perdonarle o seguir enfadada con él. Pero una parte de mi no podia parar de pensar en cómo se encontraba él en estos momentos.
—¿Y como estas? —me salia decirle.
—Algo mejor gracias —respondia mientras se tocaba el estomago.
Miro enfrente y me doy cuenta de que no se está dirigiendo a mi apartamento.
—¿A dónde vamos? —le pregunto arqueando las cejas mientras observo que estamos pasando por el puente en dirección a su casa.
—Vamos a tu casa —dice tan seriamente como si se dirigiese a mi apartamento.
—Luke, tengo que ir a mi apartamento me está...
—Tienes que vivir más tranquila —dice pisándome la frase y haciendo que no la termine.
Llegamos en apenas segundos a su casa y se mete directamente.
Una vez que llegamos mi madre sale disparada como una escopeta de feria en mi dirección.
—“¿Pero que está haciendo aquí?” —me pregunto a mi misma mientras la observo atónita.
—No sabía que tenías dos casas —dice mi madre mientras me llena de besos.
—Y no las ten… —trato de salir del paso pero de nuevo Luke me pisa.
—Si, esta es la nuestra y el apartamento lo tiene para de vez en cuando —le dice directamente a mi madre seguro que esto es cosa de él.
—Vamos para dentro —dice Luke invitando a mi madre a entrar sin mi consentimiento. Mi madre como si me llevará pegada con ventosas como si fuera un pulpo hace que me meta detrás tuya.
—De verdad que llevo un rato aquí mirando la casa de arriba a abajo y nunca he visto nada igual —mi madre pasándole la ITV a todo.
Luke comienza a reírse y yo pongo los ojos en blanco.
—¿Pasamos para el salón? Walter ha preparado una merienda buenísima —comenta mientras me toca el codo.
Ya ha conocido a Walter. Seguro que le ha dado tiempo hasta ligar con él.
—Es un encanto de persona —añade por último mi madre mientras se ríe a grito pelado.
—¡Mamá! —me pongo la mano en la cara y trato de ocultar que estoy más roja que un tomate. Pero me gusta mucho ver a mi madre tan feliz.
—¿Que hija?, una a estas edades solo busca llevarse una alegría al cuerpo.
Mi madre a veces tiene menos filtro que una aspiradora de suelo.
En ese momento de vergüenza ajena y de risas entra Walter donde nos encontramos.
—Ya tienen los señores la merienda lista —dice intentando tapar una sonrisa en el rostro cuando sus ojos se cruzan con los de Emma.
—Bueno, vosotros ir al salón que yo me voy con Walter a la cocina que quiero que me enseñe la receta.
—Si, la receta no se si es lo que quieres que te enseñe —digo ya entrando a su juego.
—Poco a poco mi pequeña —comienza a reírse como si se fuese a orinar encima y entra a la cocina con Walter.
—Oye Luke de verdad que no tiene que hacer esto por nosotras —le digo intentando hacerle entender que estoy incómoda y que me quiero marchar.
—Al contrario es lo que menos puedo hacer después de lo que ha pasado —traga saliva mientras no me quita la mirada de encima.
Vaya parece que no se le ha olvidado.
—¿Tienes algo que ver con que mi madre haya llegado esta mañana así sin avisar? —le interrogó.
—Al contrario, esta mañana todavía no tenía el alta y que yo sepa no se puede ir y volver de Seattle en una mañana —me dice con cara de superioridad.
Intento coger aire para no soltar todo lo que se me viene a la cabeza.
—¿Os quedáis aunque sea a merendar? tu madre está contenta con Walter —me pregunta arqueando una de las cejas y poniendo los ojos como cordero. Juega con los sentimientos de mi madre y eso hace que dentro de mi me enfade mucho más.
—Bueno —añado mientras gruño.
Aunque la realidad es que dentro de mi corazón hay una pequeña parte que se ablanda cuando pone esos ojitos que en el fondo se que me encantan.
Alzo la vista y veo que sale mi madre de la cocina con una bandeja llena de pastelitos.
—¿Quién ha preparado esta maravilla? —pregunta Luke por cumplir porque en el fondo sabe que Walter no lo ha preparado.
—Son míos —dice mi madre super orgullosa de su obra de arte, seguro que llevaba mucho tiempo sin prepararlos.
—Están buenísimos —añade Luke mientras prueba uno de ellos.
—Gracias —dice mi madre mientras se ruboriza.
El ambiente lo invade un silencio incómodo, no quiero añadir nada, no es el sitio ni el momento.
“El que calla otorga” me recuerda mi mente.
Lo único que pretendo es que Luke se de cuenta de todo el daño que me ha hecho estos días, el no saber nada de él, las pesadillas, las imaginaciones, cualquiera se podría haber vuelto loco con todo eso. Y sin embargo lo tengo aquí al lado más cerca de lejos tan pancho comiendo los pastelitos que ha preparado mi madre después de habérsela llevado sin decirme nada.
No la culpo a ella, mi madre no sabía nada de todo lo que había sucedido, pero lo que me llama la atención es que no haya hecho ningún comentario sobre el labio partido y las magulladuras de Luke. Aunque supongo que seguro que este le ha puesto al día. Y ella está encantada con su habitación de invitados de cuarenta metros cuadrados con baño incluido que seguro que le ha echado un vistazo. Como el que le ha echado a Walter, no la culpo, ella está encantada aquí y yo también aunque me cueste reconocerlo.
En ese mismo instante noto como algo se mueve suavemente sobre mi piel, sube lentamente por mi pierna. Miro al lado del que proviene ese escalofrío que me ha hecho que ponga la espalda recta y se me pongan los pelos de punta.

Luces y sombras[©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora