Final
Había notado el constante tic que tenía el pelinegro en su pierna, chocaba el talón del zapato contra el piso muy rápido sin ser consciente de su desesperado movimiento. No había que ser un genio para darse cuenta de cómo su pequeño se había sumergido en sus pensamientos, cómo odiaba conocerlo tan bien para saber que estaba cuestionándose sobre sus acciones.
Avanzó hasta la banca donde estaba sentado el moreno y posó su mano en la cabeza de este, empezando con suaves movimientos de sus dedos removiendo los cabellos de forma tierna. Dirigió su vista a la libreta que tenían en su mano izquierda mientras chocaba la pluma en su diestra contra la hoja blanca, en el papel estaban las salpicaduras de la tinta azul y algunos garabatos que parecían tener sentido mientras más los veía.
Los simples rayones se volvieron una figura completa, un dibujo claro de unas plumas unidas, un ala algo detallada se observaba plasmada en el papel. Además, en los bordes de la página se veían pequeños bocetos de animales, con poco detalle a comparación del ala pero una buena estructura capaz de delatar la especie.
Eso había visto el nórdico en la libreta de Kai, actualmente —ambos en la escuela — notaba como al menor le costaba acostumbrarse al nuevo entorno. Si bien se conocían gracias a que sus familiares trabajaron juntos en uno que otro caso — los kolbeck siendo bomberos y Bradford ejerciendo prácticas de policía—, al hermano mayor del moreno lo habían trasladado a su misma ciudad, teniendo así que mudarse y abandonar la vida que tenían en Phoenix.
No tardó en conocer al pequeñín en cuanto llegaron, le pareció curiosa la personalidad y timidez de este ante la nueva situación, aunque eso solo le abrió las puertas a investigar más y acercarse al moreno.
En una de sus tantas obviedades descubrió el problema social que tenía Tanner y que, en su desesperación, se ponía a hacer trazos sobre lo primero que tuviera en frente. A pesar de los motivos, no podía evitar notar la habilidad que el chico tenía al dibujar, incluso en los momentos más tensos para él lograba terminar una buena ilustración —aunque con trazos no tan limpios debido al temblor de su cuerpo—.
Las primeras veces que el menor había tenido un ataque delante suyo no supo muy bien que acciones debía tomar pues tendrían cosa de 10 años, se acercó cuidadosamente e intentó con preguntas algo tontas pero consiguiendo el objetivo de que el contrario se centrara en otra cosa, tal vez una de las tantas risas que soltó se había vuelto su música preferida pero no lo admitiría.
Luego probó con distintos métodos: distrayéndole, buscando que siguiera su respiración, haciéndole compañía y acariciándole el cabello —algo que hasta el momento hacía—. Kai agradecía todos esos gestos que el mayor tenía con él y disfrutaba cada detalle/ acción sabiendo que ninguno de los kolbeck era conocido por ser afectuoso con nadie.
Detuvo sus pensamientos dejar de sentir los temblores del cuerpo contrario, y volviendo su vista al menor lo vio mirando fijamente hacia sus manos con el ceño fruncido...tal vez y solo tal vez había llegado de golpear a los chicos que habían molestado a su pequeño y provocado un nuevo ataque de esos que tanto le hacían sentir mal... y tal vez sus nudillos estaban algo rojos por los golpes.