IV. Operacion: declaración

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Advertencias: Ninguna.
Etiquetas: AU todos viven/nadie muere, comedia, romance, fluff, amistades saludables, situaciones absurdas.
Palabras: 3.4k
Sinopsis:
《Un día Baji se da cuenta de que le gusta su Vicecapitán. Piensa en decirle inmediatamente a Chifuyu, pero Kazutora lo detiene y le aconseja otra forma de hacerlo》.

—¿Chifuyu no viene hoy?

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—¿Chifuyu no viene hoy?

El primero en hacer la pregunta fue Draken, al mirar las filas de la primera división; pero no fue el único que se lo preguntaba. Para todos, era extraño que el vicecapitan faltara aunque sea a una sola junta de la ToMan o de su respectiva división. Después de todo, algunos de los miembros más antiguos recordaban lo mucho que se esforzó para conseguir ese puesto. 

—Le surgió un asunto familiar y no pudo venir hoy —dijo Baji, en calma. 

Desde esa mañana, Chifuyu le había dicho que era posible que no podría estar en la junta de ToMan por la tarde, su madre le había hecho acompañarla para visitar a una amiga de la familia que se encontraba enferma. Chifuyu no le dio muchos detalles, pero parecía ser una persona muy cercana a su padre y que les ayudó cuando éste falleció, pese a que el mismo Chifuyu no recordaba tantas interacciones en los últimos años, su madre le gustaba cariño. 

Draken lo miró detenidamente un momento, pero no hizo comentarios antes de ir a ver a Mikey para iniciar la junta. Eso fue algo extraño, pero Baji lo dejó pasar. 

—Es raro no ver a Chifuyu pegado a ti —el otro que dijo algo al respecto fue Kazutora. 

Tenía casi un año que se había unido a la primera división, pero no se llevaba particularmente bien con su vicecapitan, cuando Chifuyu estaba presente ni siquiera le llamaba por su nombre y se peleaban bastante, aún así, Baji solía no interceder en sus peleas si no se tornaban serias ni afectaban a la moral del equipo, por el contrario, a veces levantaron el ánimo de los demás involuntariamente. A Baji estaba bien con eso, mientras la pelea no sucediera en su casa, donde su madre en vez de detenerlos comenzaba a hacer apuestas sobre quién ganaría. A veces apostaba por Chifuyu, a veces por Kazutora, Baji solía golpearlos a ambos. 

—Tiene sus propios asuntos que atender —mencionó simplemente Keisuke, pese a que sentía que Kazutora tenía razón. 

Desde que Matsuno se coló a su vida a la fuerza como un pequeño y escurridizo delincuente, era difícil imaginarse sus días en su ausencia. 

Ya sea en las mañanas donde caminaban hacia la escuela y Chifuyu solía bostezar abriendo tanto la  boca que lágrimas se colaban en las esquinas de sus ojos; en los recesos en los que se asomaba por la puerta de su salón, saludando de paso a sus compañeros por la frecuencia en que se veían, tomando el asiento de enfrente como si fuera suyo; en los caminos de regreso, donde solía leer los capítulos más recientes de su manga favorito o se quedaba dormido en el tren, compartiendo uno de los auriculares de Baji, dejando caer su cabeza en su hombro; o incluso aquellas tardes donde llegaban a su casa y se movía a través de ella como si fuese suya, sabiendo dónde se encontraban los snacks, colocando sus cosas en el mismo lugar junto al sofá de la sala, tomando con libertad los juguetes de Peke J para jugar con él cuando entraba por la ventana… 

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