26| SAKÂRI

1.3K 286 25
                                    

El alaskan caminó lo suficiente para alejarse de la vivienda de su abuela.
La tarde estaba cayendo, cuando el sé sentó al costado del enorme inuksuk a observar los introvertidos rayos del sol, agonizar en el horizonte de hielo.

—¿Por qué la vida es tan cruel? —Le preguntó a la nada—¿Por qué me pasan estas cosas? ¿Por qué mi hermana, por qué yo?

Lloró desconsoladamente sin poder encontrar consuelo ni respuestas.
Sintió un horrible vacío en el pecho y se dio cuenta que su omega estaba experimentando su dolor.
Se puso de pie, para ir a buscarlo pero lo vio a pocos pasos de él. En silencio, respetando su distancia pero lo suficientemente cerca para correr a contenerlo en el preciso momento que el alfa lo necesitara.

Jungkook abrió sus brazos y aún llorando le rogó que lo abrazara.

—Ven, amor, ven conmigo, te necesito.

—Aquí estoy, Koo, siempre a tu lado.

—Jimin, no entiendo, me siento triste y mal. ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué mi hermana tuvo ese final tan horrendo? ¿Es que el universo no quiere que tenga familia?

—La pregunta, Jungkook, no es «¿Por qué?». La pregunta correcta es «¿Para qué?»
Vayamos desde el comienzo de esta situación que te trajo hasta aquí.
Aquel día que llegamos a la posada de Trigal ¿Para qué crees que tú dejaste la medalla?

—Para pagar.

—Un poquito más profundo, amor. Pensemos más allá de ese simple hecho.

—No sé a dónde quieres llegar.

—Esa medalla quedó en manos de Trigal, para que tu hermana la viera y se establecieran las conexiones contigo.
Ella te lo dice en la carta, ella siempre supo que irías a buscarla. Lo sabía su inua, te sintió en ese vínculo de hermanos que nunca se rompió, aún con pasar del tiempo y la distancia inconmensurable entre ambos.

—Pero, ¿Por qué el destino me hizo encontrarla para después llevársela?

—De nuevo preguntas con un «¿Por qué?» Cambia la pregunta, Jungkook.

—¿Para qué el destino me hizo encontrarla para después llevársela?

—¿Para qué crees, amor?

—No sé responder, Jimin. Es muy difícil aceptar esto.

—Por supuesto que es difícil, Koo.
Tienes razón, no es fácil, pero es simple.

El alfa y su enorme espalda hipaban, mientras observaba con ojos de cachorro lo que Jimin le decía.

—La vida es perfecta, Sialuk, tan perfecta que te pone de bruces una vez más a ahondar en tus pesares para que descubras que detrás de todo ese dolor, hay una luz brillando y requiriendo tu amor.
Ella le llamó «brote» a su hijita. Y eso es exactamente lo que es. Es un brote de esperanza. Es la continuidad de tu hermana, manifestándose en esa flor.

La mirada del malamute iba transformándose a medida que Jimin hablaba.

—Hace minutos te custionabas si el universo no quiere que tú tengas familia. ¿Con este milagro ante tus ojos, puedes seguir preguntándote lo mismo?

—Jimin, cielos, ¿Cómo es que puedes ver las cosas tan claras, mi amor?

El rojo levantó sus hombros sin tener respuesta a esa pregunta.

—Estaba sumido en un dolor tan agónico, tan mezquino, hace segundos y con tres palabras ¡Me abres un mundo de luces!

Lo alzó y giraron juntos.

Niño Rojo Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora