15 | CARAMELO

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Con las exangües energías que le quedaban, Jimin llevó a Jungkook al qarmaq que había construido, lo recostó sobre la improvisada cama en el suelo, le quitó las ropas, se despojó de las propias y lo abrazó para darle calor.

Arropó sus cuerpos con las pieles y atrajo el cuerpo de su chico contra el suyo. Lo abrazó con brazos y piernas. JK parecía un pequeño crío en los brazos de su omega. Jimin acariciaba su cabello, besaba su frente, bajaba su boca para besar tiernamente los labios.

El alaskan no daba demasiadas muestras de lo que ocurría. Más bien parecía que había entrado en un estado comatoso producto de la inanición y la depresión provocada por el desvanecimiento del lazo.
 
La preocupación aumentó cuando el rojo notó su respiración cada vez más débil. Jungkook frente a sus ojos estaba sumergiéndose en un sueño sin retorno. Lloró a su lado pero el alaskan ya no reaccionaba a ningún estímulo.

Jimin debía hacerlo salir de ese estado cuanto antes o lo vería morir lenta y angustiosamente. No sabía qué hacer, estaban demasiado débiles, los dos, pero JK estaba grave.

Se obligó a sí mismo a recomponerse, sacar fuerza de donde no tuviera y recurrió al estado de meditación profunda para conectarse con el anua de su alfa y desde su interior convertirse en fuente de calor suficiente para mantenerlos a salvo.
Krassny, le habló al alaskan dentro de Jungkook.

—Sialuk, ya estoy contigo, para amarte y cuidarte. Deja que Jungkook tome fuerza. Lucha, luchen, yo estoy aquí para cuidar de ambos.

La conexión de sus almas se produjo y sintió como el recinto se volvía cada vez más  cálido y aunque JK seguía exánime, su malamute había despertado y él dejó fluir sus esencias, entonces el pomelo patchouli y cedro se hizo presente. El anua siberiana sonrió dentro de Jimin, le susurró hermosas palabras que lo motivaron a tener esperanzas y él se entregó por completo a los brazos de sus espíritus sintiendo que podrían velar por ellos y se dejó vencer por el cansancio envuelto en el delicioso aroma de su alfa.

Abrazados se durmieron y abrazados despertaron después de yacer profundamente por dos días.

El rojo, aparentemente reconfortado por el calor y el descanso, se levantó para buscar con qué alimentarse.
El clima parecía no tan álgido esa mañana, permitiéndole salir a cazar algo para ellos y sus samoyedos.

Regresó con varias presas. Eran animalitos pequeños, con poca carne pero la grasa bajo su piel le permitiría cocinar una sopa y arrojar los restos a sus samoyedos.

—Jungkook debes alimentarte. Por favor mi amor. Ponte fuerte.

Arrimó el cuenco a su boca y lo guío para que bebiera. JK abría de a poquito sus ojos, pero él no se encontraba allí.

Jimin sabía que su marca estaba desapareciendo. Si JK no reaccionaba a tiempo y volvía a marcarlo, ambos morirían.

—Despierta, amor. Regresa a mí . Por Favor, te amo kookie. No me abandones…

Jimin dejó fluir su aroma a caramelo como última esperanza de que los instintos del alfa reaccionaran frente al estímulo hormonal.

Y surtió efecto.

Kook abría y cerraba sus fosas nasales como intentando llevarse todo el caramelo para sí.

Entreabrió los ojos, incorporó lentamente su cabeza y miró al omega de arriba a abajo.

—Jimin..

—Hola, mi amor.

—Jimin, amor de mi vida… ¿Eres real?

—Jaja ya me hiciste esa pregunta, sí, soy yo.

Lo atrajo a su pecho y lloraron.

—Te encontré Jungkook—se corrigió— Los encontré, a ti a y Sialuk.

Niño Rojo Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora