29 | el cumpleaños de michael

2.9K 233 0
                                    

—¡Liv, date prisa! —gritó John—. ¡Vamos a llegar tarde! 

—¡Siempre llegamos tarde! —gritó Olivia, todavía sentada en la cómoda de su dormitorio—. Dame cinco minutos más. 

—¡Cinco minutos o yo mismo te arrastraré hasta el Garrison! —respondió John, antes de que el sonido de él subiendo las escaleras hiciera saltar a Olivia—. Cielos, mujer, ¿por qué tardas tanto? 

—Porque nada va bien —respondió Olivia—. Mi maquillaje se ve horrible y mi pelo es un desastre y me siento mal. 

—Bueno, creo que te ves genial —dijo John—. Pero por favor, vamos. Tenemos que llegar antes que Polly y Michael, y a este paso la fiesta terminará antes de que salgamos de la casa.

—Está bien, está bien —dijo Olivia, tirando su propio lápiz labial y poniéndose de pie.

—La niñera ha estado aquí durante veinte minutos —dijo John—. Creo que está esperando que no vayamos.

—Estará bien —dijo Olivia, mientras bajaban las escaleras. 

—¿Cuál es su nombre? ¿Sandra? —preguntó John. 

—Sarah —dijo Olivia, rodando los ojos—. Y sé amable, ¿de acuerdo? Ella es adorable.

John rara vez se encontraba con la niñera, porque en las raras ocasiones en que ella venía a cuidar a los niños en la casa, él generalmente no estaba. Esa noche era la primera vez que la conocía oficialmente, y cuando la dejó entrar a la casa, se aseguró de que Olivia la registrara en busca de un arma.

Olivia puso los ojos en blanco y se disculpó con Sarah, haciéndole saber que John no solía ser así. Una vez que revisó a Sarah en busca de armas, los niños vinieron corriendo por el pasillo y abordaron a la pobre mujer en un abrazo. Se rió y los saludó a todos mientras John y Olivia subían las escaleras para terminar de arreglarse.

—Solo la he visto una vez —dijo John—. Podría ser una asesina en serie.

—John —dijo Olivia—. Si fuera una asesina en serie, ¿no crees que ya nos habría, no sé, matado? Además, es una de las únicas personas fuera de esta familia que habla conmigo. 

—Eso no es... está bien, tal vez eso sea cierto —dijo John—. ¿Y confías en ella? 

—Sí —respondió Olivia—. Tommy no la habría recomendado si no pensara que era lo suficientemente buena. 

John frunció el ceño—. Tienes razón. Bien, si dices que es amigable, le confiaré mis hijos.

—Nuestros hijos —lo corrigió Olivia—. Y los ha estado cuidando durante años. 

—Está bien, está bien, tú ganas —dijo John—. Esperaré afuera. Recuerda decirle que no abra la puerta a menos que sepa que somos nosotros. 

—Está bien, solo vete —dijo Olivia, empujando a John fuera de la puerta principal. Una vez que estuvo afuera, Olivia se dirigió a la sala de estar donde Sarah estaba jugando a las cartas con los niños—. Ya nos estamos por ir.

—Espero que tengan una buena noche —dijo Sarah.

—Estoy segura de que lo haremos —dijo Olivia, agachándose para besar las frentes de los niños antes de irse—. Compórtense y hagan lo que Sarah diga.

Hubo un coro de: ¡Sí, mamá! lo que hizo que Sarah se riera—. Estoy segura de que estarán bien. 

—Si nos necesitas, ya sabes dónde estamos —dijo Olivia—. Simplemente envía a James a buscarnos. 

Sarah asintió—. Lo haré. Solo diviértanse. 

Olivia se despidió de todos antes de salir. Se encontró con John en la puerta, y él tenía un cigarrillo colgando de sus labios. Ella levantó las cejas—. ¿Qué? ¿Sin cigarro? 

—Lo estoy guardando para el pub —respondió John, ofreciéndole su cigarrillo a Olivia.

Dio una calada antes de devolvérselo a John, expulsando humo al aire mientras lo hacía—. Sabes, me gusta mucho Sarah. 

—Se nota —dijo John—. ¿Qué, es tu nueva mejor amiga?

—No lo sé —dijo Olivia—. Quizás. Ella es agradable.

—¿Qué hay de tus primas? —preguntó John—. Pensé que ellas eran tus amigas. 

—No los he visto en mucho tiempo —dijo Olivia—. Me crucé con Esme en el lavadero el otro día, y con Daisy en la carnicería, pero aparte de eso, no las veo mucho. 

—Bueno, me alegra que tengas a Sarah —dijo John, cuando llegaron al Garrison—. Aquí estamos.

Entraron al Garrison y se encontraron con Arthur, Tommy y Finn en la trastienda. Olivia se sentó al lado del Shelby menor mientras sacaba un paquete de cigarrillos y se colocaba uno entre los labios.

—Te dije que no llegaríamos tarde —dijo Olivia. 

—Como sea —dijo John, agarrando las cartas—. Bueno, Finn, tienes dos opcione. ¿Leve o leve?

—Leve —dijo Finn sonriendo. 

La puerta se abrió y Arthur se levantó—. Aquí está, miren.

Cuando Polly entró por la puerta con Michael detrás de ella, todos vitorearon y Tommy se adelantó para estrechar la mano de Michael—. Feliz cumpleaños, Michael. 

—Dieciocho años —dijo Arthur—. Eres un hombre. Dale un trago, John.

—Ahí tienes, muchacho —dijo John, entregándole un vaso a Michael. 

—Y después de eso, te buscaremos una dama para pasar la noche —sugirió Arthur.

—¡Arthur! —dijo Polly. 

—Michael —dijo Tommy, aclarándose la garganta y entregándole una pequeña caja—. Para que nunca llegues tarde al trabajo.

—Bienvenido al negocio, Michael —dijo John, mientras Michael miraba el reloj de bolsillo dorado y sonreía—. Bien. Vamos a emborracharlo. Ven aquí. 

—Muy bien, whisky —dijo Arthur. 

—Nada de whisky —intervino Tommy—. Tiene trabajo mañana. Dale algo suave —Tommy levantó su copa—. Un brindis. Por Michael.

—¡Por Michael! —exclamaron los demás.

La noche transcurrió bien, y una vez que Michael estuvo considerablemente menos sobrio que antes, la conversación empezó a fluir. Ninguno de los Shelby tenía filtros cuando estaban borrachos, y cuando John se dejó caer en el asiento junto a Olivia, le pasó un brazo por los hombros. 

—Te amo —le susurró John, antes de que su rodilla golpeara la mesa—. ¡Mierda! 

—Yo también te amo —dijo Olivia, besando la mejilla de John mientras sonreía—. Idiota.

WILD EYES | John ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora