4-Una charla terrible con Alicia Arcturus

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Ñoquis con salsa, era lo que una buena madre estaba preparando en su apartamento de Buenos Aires, lo hacía con amor para su familia. Y mientras estaba sirviendo a su familia la comida, pues vio de reojo la venta por el ruido.


Ella vio una gran multitud afuera en las calles.

Apartando nos de la perspectiva de la mujer, nos dirigimos a las calles, donde la multitud en las veredas observaban a Juan Domingo Perón, siendo escoltado por un auto negro que iba lento en la calle, y protegido por un regimiento de infantería que caminaba a los lados, al frente y detrás del auto. Mientras, detrás de ellos iba una princesa llamada Alicia Arcturus quien montaba a caballo, y era escoltada por un grupo de cincuenta caballeros con blindajes pesados en la armadura.

Iban en dirección a la casa rosada, con tal de reunir a la gente importante de Buenos Aires junto a Perón, y los altos mandos del ejército de caballeros junto a Alicia. Todo estaba siendo filmado por los camarógrafos que ayudaban a que todo se transmita por toda la ciudad de Buenos Aires.

...

Entre las montañas de quién sabe dónde, Francisco Franco estaba viendo la televisión local desde su casa, hizo un montón de cosas desde que llegó. Para empezar se aseguró principalmente del petróleo, el carbón y el hierro, por suerte como estaba en zonas montañosas pudo crear empleos de minería y extraer algo de lo segundo y tercero, aunque la cosa se complicaba respecto al petróleo pues, no encontraron ningún tipo de indicio de que hubiera tan preciado oro negro.

Se estaba aburriendo hasta que cambió de canal, y estática. Parecía ser el colmo, no encontraba petróleo y ahora no encontraba un buen canal, Francisco solo se levantó de su sillón y fue a ajustar la antena de este y cuando por fin se veía algo, apareció en la televisión un canal argentino y eso le asombro.

- El ministerio de la nación Argentina junto a Juan Domingo Perón, ahora discutirá, con la señora Alicia Arcturus, el motivo del hostigamiento de parte de ella al territorio argentino, se espera que se llegue a un acuerdo con tal de evitar bajas, tanto civiles como soldados de ambos lados - hablo el periodista del canal argentino.

De repente, el teléfono suena, y Franco corrió para que no le corten la llamada, una vez con el teléfono en el oído su ministro de economía le hablo.

- mi señor Francisco Franco, ¿usted a visto algo raro la televisión? -

- ¿Ósea que visteis la sintonización extraña de la TV? - respondido Franco.

- si, hay más con nuestro grado de industrialización, puede que estos tengan petróleo -

Eso embozo una ligera pero satisfactoria sonrisa en Franco. Quién le respondió - reúne a los demás ministros y secretarios de la nación española, hablaremos sobre el asunto urgentemente -

- si señor Francisco - y colgó.

Franco no podía estar más satisfecho que nunca, Argentina era uno de los otros dos que llegaron a este mundo, no sabía quién era el tercero pero por ahora le bastaba y sobraba. Si lograba saber la ubicación de Argentina y entablar una relación comercial, podría tener acceso a su petróleo.

Franco pidió compañía para salir de casa, y luego, este se va a una reunión en León en su auto con su escolta de dos motos policiales.

...

De vuelta a la casa rosada, en un salón se estaba llevando a cabo la charla entre la princesa y el presidente.

- así que ¿Cuál es el motivo de su visita a nuestra región? - habla Perón.

- ¿suya? ¡Estás tierras le pertenecen a Feoh!, apenas hace unos cinco días mis hombres me informaron de una extraña aparición en estos lares - dijo Alicia con disgusto desde su silla.

- bueno, no hay de que estarnos alarmando, simplemente debemos llegar a un acuerdo y... - este Perón fue interrumpido.

- nada de acuerdos, todos ustedes han de irse de esta ciudad, de este territorio ¡Para siempre! -

- ¡¿Nos vas a quitar nuestro hogar?! - dijo un representante de la iglesia católica de la ciudad, al que llamaremos "Padre Carlos Boitscoin".

- Yo cómo princesa de Feoh, tengo derecho sobre estás tierras, sacerdote hereje -

Esto colmo tanto la paciencia de el padre Boitscoin que golpeó la mesa, y dijo - ¡tu y tus ropas de prostituta no tienen autoridad sobre mí, verdadera hereje! -

- ¡¿Disculpa?! - esta se indignó y estuvo a punto de sacar su espada, pero Juan Domingo interfirió por suerte.

- ¡Señorita Alicia! ¡Padre Boitscoin! ¡Basta! Está reunión tiene el propósito de resolver el conflicto actual, no generar más brechas en el ya establecido - este se volvió a sentar y prosiguió hablando - no podemos pelear entre nosotros, solo terminaremos dando una mala imagen, se que no les gusta lo del otro pero hay que tolerar las circunstancias, siempre habrá alguien ofendido a lo largo de la historia - ese fue el discurso de Juan Domingo Perón.

A muchas personas les inspiró este discurso, incluso hasta los hombres de Alicia Arturus sintieron una flama de liderazgo provenir de el. Hasta que la princesa de Feoh se levantó y responde.

- no hay nada que discutir, estás tierras son derecho legítimo de Feoh - luego se dispuso a irse con sus hombres - y si ustedes siguen aquí dentro de un mes, los voy a expulsar a punta de espada -

Dicho y echo ella se fue, los guardias, policías y paramilitares no podían hacer nada, pues como sabrán Alicia había llegado acompañada de un ejército. Luego de eso, los ciudadanos, autoridades políticas y religiosas de todo Buenos Aires se alarmó tan pronto Alicia Arturus se alejo lo suficiente como para que ella no escuchase los lamentos argentinos.

Pasaron las horas y se oscureció todo, tipo a las ocho de la noche, ahora tiene Perón que seguir adelante, tenía que resolver la forma más efectiva de salvar a su gente de una invasión militar. Sabía que tenía ventaja de la pólvora y los vehículos de transporte militares pero, no por ello decía que había menospreciar o subestimar al enemigo.

- si pelea quieren, les daremos batalla - dijo este en su escritorio, viendo por la ventana la hermosa Buenos Aires.

Continuará...

No se pierdan el próximo episodio "Mexicanos y Españoles, hermanos hispanos".

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