La noche llegó y me preparé para la ocasión con un look informal pero intencionado. Opté por unos tejanos anchos negros y una camiseta ceñida del mismo color. Añadí unos botines que se escondían bajo los tejanos y una cazadora negra bastante grande. Para el peinado, opté por unas ondas suaves que caían desordenadamente sobre mis hombros, y un maquillaje sutil que destacaba mis ojos sin parecer demasiado elaborado.
Bajé al vestíbulo del hotel y allí estaba Harry, esperándome. También había optado por el negro, con un estilo completamente a juego con el mío: llevaba unos pantalones y una camiseta negros, complementados con una gorra negra que le daba un aire despreocupado. La combinación de su vestimenta y su actitud relajada parecían hacerle casi inmune a las tensiones de la noche.
—El negro te sienta exquisitamente bien —dijo con una sonrisa traviesa.
—Todos los colores me sientan bien, Harry —respondí siguiéndole el rollo travieso.
—No por tu arrogancia, puedo corroborar esas palabras.
—No soy arrogante. Solo digo la verdad.
—Vámonos o nos quedaremos toda la noche discutiéndose lo que eres realmente.
—Está bien, perdedor.
—El juego ni siquiera ha empezado como para que exista un perdedor o ganador, Billie.
—Lo que dicen los perdedores.
Henry negó con la cabeza antes de estirar mi mano fuera del hotel. Su coche estaba aparcado enfrente; un un sedán negro que encajaba perfectamente con su estilo. Me llevó hasta la puerta del pasajero y la abrió con un gesto exagerado, casi teatral.
—Milady —dijo inclinándose ligeramente, con una sonrisa burlona.
—Gracias, caballero —respondí en tono juguetón, entrando en el coche.
Harry cerró la puerta tras de mí y rápidamente se deslizó hacia el asiento del conductor. Encendió el coche y, mientras salíamos del estacionamiento, echó un vistazo en mi dirección, con su habitual expresión traviesa.
—¿Estás lista para ser humillada en los bolos? —preguntó, levantando una ceja.
—Eso lo dices ahora, pero espera a que te saque ventaja. Vamos a ver quién humilla a quién, Harry.
—Me encanta tu confianza, Billie, pero debo advertirte que soy un experto en dar sorpresas.
—¿Sorprenderme? Solo lo conseguirás si haces una jugada decente, pero eso es un poco pedir mucho, ¿no?
—Veremos, verémo, —dijo riendo mientras giraba en la calle principal—. Solo prepárate para perder de la forma más épica posible.
El viaje hasta el boliche estuvo lleno de bromas y comentarios sarcásticos, ambos manteniendo el tono ligero y despreocupado. La tensión que había sentido más temprano se había disipado, reemplazada por la familiaridad cómoda que empezaba a tener con Harry.
Cuando llegamos, me di cuenta de que la noche iba a ser divertida, independientemente de lo que sucediera. Harry ñ tenía esa capacidad de hacer que cualquier situación pareciera más ligera, y yo estaba decidida a aprovechar eso al máximo.
Al fondo del lugar estaban todos y con todos me refería a todos. Bueno no todos; faltaban los abuelos y los padres de Joshua para que todo se fuera al caño. Allí estaban Camerón y Ashley, al parecer discutiendo como en ese entonces.
Mis pasos fueron ralentizando mientras me acercaba a la inminente escena. Mí vista cayó primero en Camerón, que seguía estando igual, con esos rizos negros, esa enigmática risa... en cuanto nos detuvimos cerca de ellos, las risas cesaron y todos se giraron en nuestra dirección. Bueno, todos menos Joshua. Él no estaba.
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TAN ROTOS COMO EL OCÉANO •2•
Teen Fiction#2 Bilogía Sueños de Luna La historia continúa, cuatro años después. Y aún así, después de todo ese tiempo, cuenta la leyenda que aquel cigarro que se sostenía de los dedos tatuados de ese chico arrogante y misterioso, sigue encendido. Un pasado en...