𝐔𝐧 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐘 𝐔𝐧𝐚 𝐌𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥 (𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤𝐆𝐨𝐤𝐮𝐱𝐎𝐂) [+18]

20.

Capítulo 20

"La Reina 2/4"

ADVERTENCIA: Violencia, agresión sexual.

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— ¿Se-Señor Bills? No sabía que estaba de visita en este lugar. — dijo nervioso.

— Sí, hasta que decidiste interrumpir, ahora me encuentro hambriento y por culpa de tu presencia no puedo seguir comiendo.

— ¡Entonces me iré para que pueda seguir! — Hizo una reverencia. — Que tenga una buena velada.

Sin tardar demasiado, la nave de Cold salió del planeta Vegeta. Y sin esperar, siguieron con la comida.

— Mmm, me ha encantado la comida de este lugar. — admitió Bills, el rey suspiró aliviado. — Si no es mucha molestia, me quedaré unos días para seguir degustando de sus manjares.

— ¡M-Me parece bien! ¡En seguida le prepararemos una habitación especial en el palacio!

(...)

Tres sirvientas ayudaban a Mavis a despojarse de sus prendas y prepararla para dormir. Al terminar su trabajo, la dejaron sola en la habitación. Hasta que apareció Vegeta. Lo único que pedía era un momento de soledad, pero en ese lugar era imposible.

— Hoy te portaste de manera imprudente.

— ¿Acaso eso importa?

— En este planeta, sí.

— Todos ustedes hacen lo que quieren, ¿Por qué yo no? — reprochó indignada.

— Porque eres la reina, eres la cabeza, el orden de esta sociedad. — Se paró en frente de ella tomando su mentón. — Todos te temen Mavis, te respetan.

— Hmp. — Apartó su mano de su cara. — Ya me harté de esta farsa, búscate a otra que te haga la descendencia.

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— ¿Otra vez con la misma estupidez? ¡Entiende que te he elegido a tí! — la abofeteó y la empujó a la cama. — ¡Lo haremos hasta que me des un heredero!

La tomó de las muñecas fuertemente, imposibilitando cualquier oportunidad de escape.

— P-Por favor... suéltame...

Una pesadilla, eso era, una horrible pesadilla. Recibió un golpe de su parte, debilitándola, tomó su cola, quedando paralizada. Su respiración se agitó, ya no quería. Él fue despojándose de su ropa.

Cada beso que recibía se sentía como recibir un flechazo envenenado, en vez de hacerla sentir lo más preciado del mundo, la marchitaba en su miseria. Por un capricho que ella nunca deseó, que fue obligada a realizar.

Es como estar en el maldito infierno, y solo te das cuenta que estás en el infierno cuando las cosas se hacen más difíciles.

Deseaba desde lo más profundo de su alma que fuese un sueño, solo eso. No una realidad que afectara su condición. Cada penetración la hacía estremecer, apartó la mirada para poder llorar.

Pisoteó su orgullo como ser viviente. Robó lo más preciado para ella. Destruyó lo único que quedaba de su felicidad, lo aborrecía con toda el alma.

Lo más desgarrador es que, no podía hacer nada para impedirlo.

Su cuerpo, era invadido de manera no consensuada, y eso es lo que le dolía, la impotencia de no poder hacer nada, la mataba lentamente.