El año 86' | Eddie Munson |

XII. GUITARRISTA

Aquella noche fue perfecta Eddie paró en un McDonald's que había de camino a casa, compramos hamburguesas y fuimos a un autocine que pusieron en el centro comercial.

Estaban poniendo Desayuno entre diamantes, una película de 1961.

-No entiendo como se puede enamorar de alguien que le recuerda a su hermano muerto. Eso es raro.- Susurró Eddie.

-Supongo que tienes que pillarle su punto, y no pensar en que le recuerda a su hermano. Eso la hace rara.- Le dije.

-Es que es rara.

-No es rara, la chica tenía...- Me quede un momento pensando.- Falta de cariño en su vida.

-Pues espero que yo no te recuerde a tu hermano. Porque te dejo aquí tirada.

-Cállate ya, tonto.

Después de eso ya me empezó a entrar el sueño, era muy tarde y yo todavía tenía que ducharme, no me gustaba dormir con el salitre en el pelo.

Le pedí a Eddie que me llevara a casa, cosa que él hizo con mala gana porque según él se iba a morir de aburrimiento él solo.

Me dejó en la puerta de casa como siempre, pero esta vez me atreví a preguntarle.
-¿Te apetece pasar?

-¿Bromeas? Tienes la casa sola.- Sonrío con aquella sonrisa pícara que solía ponerme.

-¡Ay Eddie! No me seas cochino.

Eddie rió y bajó de la furgoneta.
-No soy cochino como tú dices, soy una persona con esperanzas.

-Eso de que no eres un cochino se puede discutir. ¿Hace cuanto que no limpias la furgo?

-Eso es información confidencial.- Eddie pasó una mano por encima de mi hombro.- Vamos amiga, que tienes la casa sola.

Le di un manotazo en el pecho pero él solo rió.

Entramos a casa y fuimos a la cocina a coger una tarrina de helado de chocolate y dos cucharas.
Después de eso subimos a la habitación.

-Poco fan de Elvis te veo.- Dijo sonriendo mientras miraba los posters de la pared.

-No se porque tanta sorpresa, ya has estado aquí.

-Ah, es verdad, cuando me colé por el balcón.

Puse un poco de música y me senté con el sobre la cama a comer el helado.

-¿Oye tú crees que Henderson se enfadaría si le pregunto por Susi?

-¿Porque tendría que enfadarse?- Pregunté riendo.

-Es que no sé si existe y ya me está preocupado. Está todo el día hablando de ella pero no la veo por ninguna parte.

-Si existe. Y yo también me paso todo el día hablando de ti y no por eso todo el mundo te ha visto.- Mierda. Pensé. No lo había dicho en alto. Mierda.

A Eddie se le escapó una sonrisa de arrogancia.
-Así que hablas todo el día de mi eh. No sé si debería preocuparme por ti también entonces.

Me metí una cucharada de helado en la boca para disimular que no lo había dicho intencionadamente.

-Te has manchado la cara.- No me podía creer que había colado. No había momento sonrojo.

Eddie se acercó a mi cara mucho. Y cuando digo mucho es mucho.

-¿Que haces?- Le pregunté, ya me estaba poniendo nerviosa.

-Limpiarte.- Sonrío.- Pero de una manera más interesante.