Podrían Ser Perfectos

Historia Corta 01

Una Hora
Drama, romance, tragedia
Cuatro mil treinta palabras

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Hiccup se sentía bendecido.

Estaba acostado en su cama, envuelto en sábanas blancas, y lo mejor de todo, es que no estaba solo. La chica más increíble que haya conocido, su novia Anna, se encontraba durmiendo cómodamente en sus brazos a su lado izquierdo.

Ella se veía preciosa. Su cabello rojizo estaba más que revuelto al apuntar en diferentes direcciones como si fuera un nido de aves, su peculiar forma de dormir en sus brazos le divertía porque tiene una pierna sobre él y sentía que parte de su cuerpo aplastaba el suyo —pero por lo menos su brazo izquierdo lo abrazaba— y un hilo de saliva salía de la comisura de sus labios abiertos que soltaban leves ronquidos.

Sí, es hermosa.

Parte de su cuerpo se sentía entumecido porque lo más seguro era que ha estado en esa posición desde hace horas, pero aún así no hace nada por moverse, permitiendo que su amada durmiera así todo el tiempo que quiera.

Pero al final, ella comenzó a hacer muecas, despertando y abriendo los ojos soñolienta mientras pasa su mano por su mejilla que tenía restos de su saliva, hasta que bosteza y mira cariñosamente a su novio castaño.

—Hola, lunares —saludó en un tono ronco que le pareció bastante adorable a Hiccup.

Rió un poco.

—Hola, pecas —le pasó su mechón de cabello detrás de su oreja.

Ambos tenían la costumbre de apodarse de esa forma porque les parecían apodos literales, ya que mientras Hiccup estaba lleno de lunares por todo su cuerpo, a Anna le pasaba lo mismo, pero con sus pecas.

Ella pareció querer ver la hora y él tuvo la intención de decírsela, pero no pudo porque lo atrajo a sí misma antes de que se moviera.

—No, no. Quédate así... —pidió caprichosamente y él se lo cumplió, abrazándola y besándole la frente.

—A tus órdenes, my lady.

Ella respiró profundamente y se acomodó en su pecho, haciendo figuras sin sentido sobre él con su dedo índice en silencio, algo que no le pareció normal a su novio, porque después de todo, la conocía perfectamente y ella siempre tiene algo que decir, incluso al despertar.

—¿Ocurre algo? —preguntó curioso y sintió como ella se tensó un poco, pero se relajó instantáneamente al sentir el suave toque de la mano de su chico sobre su hombro.

—Yo... Soñé que ya no estabas conmigo y no dejaba de llorar por eso —se sinceró desanimada y él frunció el ceño ante la idea.

—Oye, eso no va a pasar —la tomó del mentón y levantó su mirada celeste para que lo observara a los ojos, y ella lo hizo. Hiccup le sonrió con cariño—. Yo siempre voy a estar contigo, te lo prometo.

Por unos segundos, los ojos de Anna se pusieron algo cristalinos por su deseo de llorar, pero después sonrió con alegría y se aferró más a Hiccup, soltando un largo suspiro de alivio.

Él siempre cumple sus promesas.

—Confío en ti —le susurró antes de inclinarse hasta él y poner sus labios sobre los suyos, besándolo con amor y dulzura, e Hiccup sin tener que pensarlo dos veces, le correspondió gustosamente.