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¡Nuevo día, nuevas aventuras! Al menos así es para Izuku, nadie sabe cómo es que su vida resulta tan compleja. Justo ahora despertaba a las 5:00 am en punto como todas las mañanas de los últimos años, estando en la nueva cama de su nuevo cuarto, salió e hizo una rutina de entrenamiento que muchos llamarían "infernal" pero que para el era solo calentamiento

Una vez terminado sus ejercicios se dirigió al segundo piso de su modesta casa y tomó un baño, ahora, siendo las 7:30 a.m, preparaba un desayuno completo para él, su madre y su reciente cohabitante de los últimos días, la Diosa Kukuri

Inko—. Hola, cariño, gracias de nuevo por el desayuno, ¿Cómo dormiste anoche?— preguntaba mientras tomaba un plato de huevos revueltos con tocino y una taza de café, mientras su hijo le servía un plato de panqueques con miel para complementar

Izuku—. No hay de que, mamá, es lo menos que puedo hacer. Y bueno, descanse bastante bien, gracias por preguntar—. Explicaba mientras se servía un poco de jugo— Despertaré a Kukuri antes de que su desayuno se enfríe, ya vengo— Dijo para subir las escaleras hacia el segundo piso y entrar a la que antes fue su habitación, después de tanto tiempo de convivir y unos días de vivir con ella ahora solo la llamaba Kukuri por petición de ella, con un ocasional San o Sama de complemento para mantener el respeto. Seguía siendo una diosa, a pesar de que no se comportara cómo tal

Dentro de aquella habitación solo se encontraba una persona revuelva entre las sábanas con saliva saliendo de su boca y una sonrisa boba, al parecer disfrutaba de su sueño, cualquiera que pudiera verla así no pensaría que es una Diosa, excepto Izuku, el la respetaba enormemente. Para su comodidad en casa de los Midoriya, Kukuri optó por mantenerse en su forma de "niña", lo que ocasionó que Izuku tomara un rol de hermano mayor inconscientemente cómo lo ha sido con Yuzuru desde hace tiempo (aunque diferente), así que ir a por ella y despertarla era solo una de las pocas cosas que hacía por atenderla y cuidarla

Izuku—. Kukuri, despierta por favor, tu desayuno se enfriará— siendo ignorado por respuesta con Kukuri volteando su cuerpo para seguir durmiendo— Si no te levantas, me comeré tus panqueques— Y con tales palabras mágicas la diosa despertó

Kukuri—. Eres malo, Izuku, tratar así a una Diosa no es amable— dijo mientras soltaba un gran bostezo, siempre era difícil de despertar

Izuku—. Ya, ya, ven aquí, se me hará tarde para la escuela si no te apresuras— Dijo y la tomó como niña pequeña para llevarla acurrucada hacia el comedor

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Ya en el comedor la matriarca Midoriya solo se enternecio al ver a su hijo bajar con Kukuri en brazos, parecían hermanos, casi anhelaba que fuera verdad... ver cómo su hijo se comportaba con las personas que apreciaba le hacía saber que podría ser un gran hermano mayor y que en el futuro sería un gran padre

Rápidamente Izuku acomodo a la pequeña Kukuri en su silla y le colocó los mismos platos que a su madre, solo que en vez de café le sirvió leche con chocolate

Kukuri— Sabes Izuku, no debes hacer todo esto por mi, es muy amable y no me desagrada, pero podría hacer estás cosas por mi misma— ella estaba avergonzada, estaba actuando como una niña (y lucía como una) a pesar de tener millones de años

Izuku—. Lo siento, lo hago inconscientemente, justo ahora luces como una hermana pequeña para mi. Creo que sí Yuzuru-chan fuera más pequeña y le gustarán más las muestras de afecto la trataría del mismo modo— hablaba con una risilla incómoda mientras rascaba su nuca

Inko—. Cariño, deberías apresurarte, se te hace tarde—. Hablaba mientras señalaba un reloj que marcaba las 7:50 am. Sí quería llegar a tiempo debía tomar el tren de las 8:00 para después de 55 minutos llegar a su escuela, con 5 minutos suficientes para llegar a su aula. La escuela era relativamente cercana a la estación

La vida de un Izuku diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora