La Hermana Sano

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No pasó más de dos días cuando vi el último suspiro del abuelo dejar su cuerpo, Emma había sido la primera en romper en llanto, siendo sujetada por Draken, Mikey no había llorado, parecía irse, asique lo retuve, y el solo verme hizo que se derrumbe en mi hombro, Izana también se había tapado, pero ahora, no me podía permitir llorar.

Habíamos hecho las respectivas preparaciones...

Muchas personas asistieron dando sus respetos, el abuelo era muy querido entre muchas personas.

— Gracias por venir – le di la reverencia a las ultimas personas, todo se había acabado.

— Yumei.

— Seishu – el solo abrió sus brazos rodeándome fuertemente.

— Llora Yumei.

Fue inevitable, me dejé caer en el suelo, no supe en qué momento me quedé dormida, tampoco se cómo se las ingeniaron para dormir en el piso con futones.

Había pasado meses de aquello, y su perdida aun dolía, Draken quien había formalizado su relación con Emma, vivía con ellos, también los iba a ver más a menudo, Mikey aún se veía abatido, pero, lo superaba.

Hace poco abrimos la tienda de repostería, Mikey estuvo feliz por ello, fue mi primer cliente, claro que luego supe que Draken era quien le daba el dinero.

Ahora ayudábamos a Mikey abrir el dojo, era bueno en eso, en lo único, a decir verdad.

Aunque las cosas no salían como se quería, Izana y Mikey terminaban en competencia y al final terminaban rompiendo algo, cosas que se añadía a la lista que ambos pagarían.

Pero también era regañada por Emma por reírme.

Junto con Izana, quien me ayudó con los pedidos y los vándalos, nos iba bien.

Habían pasado dos años de aquello, estaba feliz de que las cosas fueran por buen camino.

Pero su sueño de construir su reino aun persistía, aunque la ausencia de Kakucho aun marcaba en él, ya no lo hacía tanto como antes.

— Yumei, un café con pastel de limón.

— Sale en cinco – claro que debía tener listo aquello, me alegraba de tener un menú movible, así era más sencillo.

Nos iba de maravilla, comenzó a ser un lugar muy concurrido, asique no me preocupaba, las ganancias eran buenas, con las pequeñas instrucciones de Koko, que se hizo un buen inversionista en negocios, mi tienda iba bien.

Incluso a Seishu con Draken, su tienda crecía un poco más, y tenían estable un trabajo, y que decir de Mikey, tiene a varios niños, junto a los ayudantes que solían ser del abuelo, aun no se maneja solo, y Emma lo ayuda cuando van niñas a entrenar.

Todo iba bien, Seishu y yo tuvimos un par de choques, pero nada grave, nuestra relación iba de maravilla.

Al igual que el de Emma y Draken.

No pasó más de dos años más cuando nos reunimos en la casa.

— ¿Sucedió algo? ¿por qué estamos reunidos? – miré a los presentes, eran sus amigos más cercanos.

— Bueno, Ken-chan y yo queremos decirles algo – los miré por un momento – nos vamos a casar.

— ¿He?

— ¿Qué?

— ¿Cómo? – Izana salió de ahí sin decir nada.

— Felicidades, Emma, Draken – me acerqué para abrazarlos – Izana dice, "te romperé la pierna cuando nadie vea, Draken, y llevaré a Emma lejos de ti", pero está feliz de que Emma sea feliz.