La Feria

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María observaba todo con detalle. Las paredes del nuevo departamento estaban decoradas con un empapelado blanco lleno de flores rosas, como si el lugar hubiese sido habitado por última vez en los años '70. Creyó que su habitación sería peor, pero grande fue su sorpresa cuando subió las escaleras y se encontró con un cuarto espacioso con paredes blancas y rosadas; parecía haber sido el cuarto de una niña pequeña porque se notaba que la pintura blanca cubría dibujos de animales que continuaban siendo visibles a simple vista. Sin embargo, le gustó bastante.

La cama estaba en el centro del cuarto y era grande. Subir su colchón por las escaleras fue lo más difícil de la mudanza. A su mamá se le había ocurrido enrollarlo y atarlo hasta que acabó pareciéndose a un matambre gigante. Por suerte, fueron capaces de meterlo en el cuarto sin la necesidad de llamar a alguien para que las ayudara.

Había un ropero rosado inmenso con cuatro puertas y una cajonera para la ropa interior. También tenía donde guardar las zapatillas que usaría para ir a la escuela y las sandalias que acostumbraba usar para salir a bailar con sus amigas...

Sus amigas. Eso de salir a bailar con amigas quedaría en el pasado ahora que se había mudado a una nueva ciudad muy lejos de Chapadmalal y como no era una chica muy sociable que se pudiera decir, María no creía que se le hiciera fácil hacer amigas en su nueva escuela, a la cual comenzaría a asistir el lunes siguiente. Todos serían desconocidos, caras nuevas, vida nueva... sentía unos nervios abismales.

—¿Te gusta? —le preguntó su mamá, quien había entrado en la habitación de repente, mientras María observaba el paisaje por la ventana. María dio un pequeño respingo del susto cuando oyó su voz—. Perdón —le dijo Susana entre risas—. Estabas muy concentrada. —María asintió con una pequeña sonrisa nerviosa—. Es grande, ¿viste? Elegí este porque supuse que acá ibas a estar más cómoda.

Susana estaba tan emocionada que María medía muy bien sus comentarios. Lo había pensado bastante y llegó a la conclusión de que sería egoísta de su parte renegar con volver a Chapadmalal. La economía de las dos dependía del trabajo de su madre, así que haría todo lo posible para no causarle problemas.

—Me gusta el cuarto, mamá... Gracias por pensar en mí.

—Eso me alegra mucho, mi cielo —le respondió Susana—. ¿Te acordás de Estefi?

—¿Tu compañera de trabajo?

—¡Sí! —respondió Susana emocionada—. Va a venir esta noche para ayudarnos a desempacar lo último. Se va a quedar a cenar. Me contó que mañana va a haber una feria acá, a un par de cuadras. Dice que se pone muy divertida; hay juegos mecánicos, una ruleta, calesitas, hamacas, puestos de algodones de azúcar... ¿querés ir?

—Mamá, ya estoy grande para subirme a las calesitas —sonrió.

—Bueno —dijo Susana—. Yo te decía nomás, por si querías salir a respirar un poco de aire fresco. Te la pasás encerrada haciendo esos videos que vos hacés...

—¡Ay, mamá! —refunfuñó María y se cruzó de brazos—. ¡Ya vas a empezar con el tema de los covers de nuevo!

—No, no... —dijo Susana, adelantándose para excusarse—. Yo sé que te gusta mucho cantar y subir esos videos, solamente que pienso que deberías salir un poco más seguido a tomar aire fresco... ¡Es demasiado encierro!

María rodó los ojos. Los adultos eran todos iguales: no entendían nada de Internet, YouTube, Instagram, Facebook... ¡Y mucho menos de hacer covers! Era imposible ponerse a hablar de manera que llegaran a un acuerdo.

—Pude ver que ya te armaste todo un rincón para hacer tus videos—continuó Susana. Le había echado un ojo al rincón del cuarto donde María había puesto un trípode y, al lado, un micrófono.

ENTRE NOSOTROS / Tiago Pzk / Lit Killah / Nicki Nicole / María BecerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora