❝amores imperfectos❞𝓕ue con una suavidad bruta. Se armó el silencio, cuya duración se desmoronó a los pocos segundos. «Te daré la oportunidad de ser la novia del futuro héroe número uno», dijo, mientras la señalaba con el dedo índice. Su pecho estaba inflado, destilaba una seguridad de la que fanfarroneaba, aunque todo su brazo temblaba con fervor. Fueron sus ojos los que se abrieron con exorbitancia al recibir una respuesta afirmativa de la mujer que pegaba saltos en frente. Es decir, Bakugo era un falso arrogante que no podía ponerse a sí mismo dentro de una utopía inocente, como la de recibir una porción de amor.
Calmó sus nervios una vez comprendió que podía dejar salir a flote el temblor de su cuerpo. Tomó el valor de abrazarla con tanta fuerza que el aire en su pecho huyó.
—¿Quieres ir a algún lugar en especial? —le pregunta con las cejas alzadas. Su expresión siempre se suaviza cuando la ve. Thyra no puede evitar esbozar una sonrisa; rozándole los brazos con la yema de sus dedos, le pide un abrazo sin necesidad de abrir la boca. Él corresponde bajo un tenue rubor. La atrae a su cuerpo con una mano, husmeando la nada con los ojos cohibidos.
—Ir a por un café no suena mal. Por lo menos podemos ir de pasada y volver temprano —musita ella—. Después podemos salir a comer luego; tú eres bueno eligiendo restaurantes que sirvan buena comida.
Buena comida. Bakugo adora lo picante, y a Thyra el picor en la lengua le desagrada. Sin embargo, él siempre intenta elegir lugares que dejen contentos a los dos. ¿Dónde podría llevarla? Se pregunta. Entretanto, Thyra piensa en lo cómoda que se siente entre sus brazos. Se pregunta, internamente, qué tal han de sentirse en invierno. Había visto a Bakugo refunfuñando durante las épocas de frío, pues era amigo natural de las bajas temperaturas. Le gustaba, sin dudas, verlo con la punta de la nariz roja. Era lo único que se asomaba por los bordes de la bufanda que llevaba puesta en todos lados.
—Eres bonito... —dice tras escasos segundos, armándose de valor cada vez que decide emplear palabras más cálidas. Nunca sabe qué respuesta esperarse; antes solía ponerse a la defensiva. Sin embargo, tiene la leve sensación de que el tiempo juntos ha ido destruyendo esas barreras invisibles que les separaban.
La primera reacción de él es mirar hacia otro lado con los labios fruncidos, pero no deja de abrazarla. Thyra siente presión en su espalda, como si él quisiese indirectamente profundizar la intensidad de su abrazo. Ambos están de pie al costado de los dormitorios. Afuera corre el viento con la intensidad de sus palabras. Terminaron las tareas y simplemente disfrutaban el tiempo juntos. Bakugo disfruta ese silencio cómodo que puede darse el lujo de tener con ella, sin la necesidad de tener que obligarse a hablar.
Vive sumido en la utopía que creyó irrealizable. Al instante de alzar la mirada para conectar con la tierna rudeza de sus ojos, teme despertar en mitad de la noche. Habría sido ese el momento para despertarse desorientado, dándose cuenta que el simple hecho de haber conocido a Thyra era un suceso de perfección vacilante y poco probable. No obstante, la toca con suavidad y todo se siente real. Roza su piel de relieves suaves. Mueve su nariz igual que un conejo y su arco de cupido brilla al pasarse la lengua.
—Y tú fea —musita, con la sonrisa torcida.
Thyra sonríe ante su ironía. Entiende que es su forma particular de decirle, a su modo, que él también piensa que ella es bonita. Tan bonita que ha llegado al punto de pensar que las flores sentirán envidia de ella al verla pasar entre los cordones. Va por la vida arrebatándole el perfume a las grosellas negras, inspirándole aires de poeta taciturno, arrebatándole el asiento vacío del puesto que creyó que nadie podría ocupar.
—Conozco un lugar bonito al que siempre quise ir contigo, Bakugo —murmura, sintiéndole cerca; tan cerca que su aliento es el de él. Bakugo arrastra sus manos por su cintura con una lentitud abrasadora. Toda su piel hierve.
—¿Qué estás esperando? —contesta, rozando sus narices.
Le sudan las palmas cuando se besan. Sus labios lanzan un sonido semejante al chapoteo en el agua. Thyra, igual que una náufraga, seguiría los vestigios de las nubes hasta dar en sus orillas. Sabría que, de algún modo, él la esperaría día y noche. Tras separarse, es Bakugo quien deja un camino de besos por todo su rostro. Thyra acaricia su nuca, y él contornea el hueso de su mandíbula memorizando cada trazo de su cara. Puro arte. Ese que no busca asentarse entre caballetes de madera, sino entre sus brazos dispuestos a adorarla hasta que el sol se extinga.
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𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼
Fanfiction𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | Un olor, dulce olor del amor, fugaz y eterno. Una canción. Un hombre que se acerca y que sonríe. Apenas un puñado de gestos, unas pocas palabras arañadas sobre un muro, y la llovizna, la miseria, el polvo. ;Piedad B...