𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼

9; palabras susurradas

❝otras formas de ser un héroe❞

              𝓜ientras las voces a su alrededor se intensificaban Thyra se preguntó de qué manera iba a ser capaz de alcanzar a estudiar todo lo que pedían sus profesores para los próximos exámenes. Había empezado a repasar con tiempo tratando de prevenir un pico de estrés. Sin embargo, cada vez que las clases nuevas terminaban, se seguían sumando más deberes a su agenda que estaba a poco y nada de reventar en mil pedazos. Jamás en su vida desaprobó un examen, pero se había desanimado como nunca.

—¿Y esa cara de mierda? —preguntó Bakugo. Sentada encima de su pupitre, le dedicó una mirada silenciosa mientras él se acomodaba en medio de sus piernas, de pie. Sus compañeros iban vaciando el salón. Cada uno distribuía sus tiempos para los estudios—. Oye, te estoy hablando. Sé que te preocupan los exámenes, no tienes que ocultármelo porque sé que eres competitiva para todo.

Esbozó una mueca. Yaoyorozu hablaba con Tokoyami acerca de Matemáticas. Nombraban fórmulas inentendibles que no recordaba haber visto anotadas en la pizarra. Pero era su cerebro jugándole las cartas. Para Bakugo era sencillo conocerla mejor que a su palma. Supo que el estrés la estaba aniquilando, y tenía en mente detener esa tortura.

—No lo sé, Katsuki —murmuró. Sus orejas se movieron ante su tono tan bajo. Ver a Thyra de ese modo era poco común. Ya no podía decir bromas en alto si su pareja estaba pasando por un mal momento. Aunque, claro, para él la mayoría de las cosas se resolvían con un sarcasmo mezclado de humor.

Suspiró con los pulmones más pesados de lo normal, y tomó ambas de sus piernas por las rodillas. Las abrió cuidando que en el salón no quedase nadie, y se arrimó aún más hacia ella. Thyra se sobresaltó. Sin embargo, el pánico se esfumó al corroborar por sí misma que se encontraban solos en el aula. 

—Si comenzaste a estudiar con tiempo no tendrías que preocuparte por no llegar a revisar todas las unidades —dijo con calma. Subía y bajaba los dedos por la piel de sus rodillas. Sentía sus huesos debajo de las yemas—. Además, no te preocupan las otras materias, solo Matemática, ¿o me equivoco?

Él nunca se equivocaba.

—Yo...

—Ven a estudiar conmigo en la noche —le dijo sin dejarla hablar. Bakugo besó el lomo de su mano sin dejar de mirarla; Thyra enrojeció. El gesto hizo que el aire en su pecho escapara. En ese momento era una cáscara movida por un suspiro que se arrimaba a su cara.

—Está bien... —murmuró aturdida. Tenía a Bakugo demasiado cerca, y sin estar en la intimidad de alguno de sus cuartos; no era ningún obstáculo para él, que al sentir el calor de sus caderas cerca de las suyas ya no resistió la tentación de tomarla del mentón y besarla con impaciencia. Daba igual qué tan fuerte era la inseguridad que sentía y cuál era la naturaleza de ese problema. Él, muy a su manera, a veces un tanto descuidada, siempre iba a estar para ayudarla como todo un héroe.