❝Mitsuki y Masaru❞𝓣hyra no recordaba haberse sentido tan feliz alguna vez. Detuvo los pasos a pocos metros de la entrada, bajo la mirada de una mujer elegante, cuya mirada afilada pondría los pelos de punta a cualquiera. Sin embargo, en su pecho había calma mezclada con un ligero nerviosismo. Masaru —conocía bien quién era debido a algunos comentarios sueltos— sonreía, tan genuino como se lo imaginaba y Bakugo, que no veía las horas de que sus temblores desaparecieran, dejó escapar un suspiro.
Pensó en sus adentros: «Llegó el tiempo de cacería». Se paraba detrás de ella. Muy dentro suyo creía estar custodiando la espalda de una mujer a la que le doblaba el tamaño. «No importa». Thyra movió los brazos pocos centímetros, hasta que sus dedos rozaron el volado de su camiseta. Se imaginó su rostro saliendo en las noticias al día siguiente con una nota que diría algo como: «Joven, aspirante a ser una heroína, muere de un ataque al corazón en frente de la residencia Bakugo».
—¡Katsuki, no puedo creerlo! —gritó. Reconocía la voz de su madre entre todo el embrollo que creó en su cabeza. Thyra se sobresaltó. Vio a Bakugo con la cara torcida y a Masaru con la misma expresión amable del principio—. ¿Qué brujería le hiciste?
—¡No le hice nada! Lo que me faltaba —gruñó. Desencajaba la mandíbula al hablar entre dientes, y eso provocaba que Thyra dejase escapar pequeñas carcajadas que no pasaban desapercibidas como creyó. Ese tipo de actitud relajada hizo que la madre sonriera, olvidando el comentario de mal gusto.
Miró a su pareja buscando mejores palabras que escupir. Quedó muda durante varios segundos, hasta que alguien habló:
—¡Qué bonita! Ya, en serio —carcajeó Mitsuki—. ¿Cómo te aguantó tanto tiempo? ¡No puede ser que recién nos la presentes! ¡¿Quién tarda tanto en traer una novia a casa?! ¡Ah, pero si es la primera que tienes!
—¡Queríamos esperar un tiempo antes de dar otro paso, vieja bruja! —buscó defenderse, cerrando los puños. Thyra y Masaru se miraron ajenos a la discusión; hizo una seña pequeña con el dedo índice, invitándola al interior. ¡Todavía ni se habían movido de la entrada!
Thyra se alejó unos metros de ellos. Ninguno notó la desaparición de dos personas. Acercaron sus cuerpos encogidos a la sala, ojeó de reojo los grandes sillones, la mesa de té larga, y tomó asiento al murmurar su debido permiso. Tragar una y otra vez la imaginaria bola de saliva haría que su garganta se vuelva tan seca como un desierto. ¿Dónde se había metido? Recordó su discurso en frente del espejo durante la mañana. Aún tenía pasta de dientes fresca en la comisura de los labios. Dijo con claridad: «Voy a sobrevivir a la visita».
—Lamento que tengas que ver esto —se disculpó Masaru—. Supongo que... con el tiempo te acostumbrarás.
Thyra sonrió.
—No es nada de lo que deba disculparse, señor Masaru. Bakugo ya había comentado algo de su madre muy... por encima. Ya tendré tiempo de hablar con ella.
«Y sin tantos gritos», pensó. Masaru le devolvió la sonrisa, tímidamente. Agarró dos tazas que exhibían detrás de las vitrinas en la estantería, y las dejó sobre la mesa silenciosamente. Ofrecían de todo un poco. Lo más seguro es que ambos padres estuvieron emocionados ante la idea de recibir a la primera novia de su único hijo. Cocinaron de más. No obstante, no estaba en los planes de Mitsuki decírselos.
—¿Qué te gusta tomar, Thyra? Pide lo que desees, por favor.
—Lo que sea estará bien —contestó con soltura. La mayoría de las tazas que tenían eran de color blanco o negro. Había una de color naranja apartada en una esquina, de fácil acceso. Masaru la tomó con cuidado y la dejó a un lado de la suya. Supo, sin preguntarlo, que era la de Bakugo—. ¿Puede ser té?
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𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼
Fanfiction𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | Un olor, dulce olor del amor, fugaz y eterno. Una canción. Un hombre que se acerca y que sonríe. Apenas un puñado de gestos, unas pocas palabras arañadas sobre un muro, y la llovizna, la miseria, el polvo. ;Piedad B...