la última cena [nomin]

prólogo

En la escuela había muchos clubs a los cuales se podía entrar. Había uno en particular donde observaban insectos, cualquier persona que encuentre alguno interesante o lo suficiente bonito, lo llevaba y lo veían por un microscopio, luego procedían a disecarlo y lo encuadraban.

En sus propias palabras del club, ellos eran admiradores de la naturaleza y lo bello. 

La primera vez que Jeno se encuentra con Na Jaemin, él está preparándose para regresar a casa y Jaemin está siendo perseguido por un grupo de chicos. Lleva una mariposa moribunda en las manos, tiene unas alas azules con negro extremadamente hermosas y ha de ser esa la razón por la que el club de disección de insectos esta persiguiendo a su pobre compañero que con lágrimas en los ojos le pide ayuda.

¿Qué puede hacer Jeno en una situación así? Él solo es un adolescente aburrido que está en el club de lectura porque era una obligación de la escuela, se pasa sus tardes leyendo o jugando videojuegos, no tiene amigos y detesta los insectos pero recibe en manos abiertas al animal el cual muere sobre ellas.

—Te dijimos que se iba a morir.

—¡No me importa! ¡Es inhumano lo que ustedes hacen! 

La discusión es fuerte, en términos de ruido, llegarán los profesores en cualquier momento para calmar el alboroto. Jeno sigue allí de pie en el pasillo con una mariposa muerta en las manos, trata de no mirarla mucho para no asquearse; a pesar de ser un ser sin vida ya el color en sus alas se mantiene por ahora, con el paso del tiempo se hará polvo y regresará a la tierra donde alguna vez se posó.

—No pueden llevársela —Jaemin con los ojos llorosos se coloca al frente de Jeno para evitar que los chicos le arrebaten al animal de las manos.

—Jeno, ¿en serio vas a estar de su lado? —dice uno de ellos. Jeno no le reconoce, no sabe porque él sabe su nombre, alguien de su salón quizás. No le agrada el tono con el que le ha hablado.

—¿Cuál es el problema con que nos quedemos con ella? —Jaemin sonríe aliviado y con altanería frente a los otros.

Los chicos se le quedan mirando incrédulos por su respuesta y terminan cediendo cuando escuchan pasos por las escaleras. Jeno y Jaemin por otro lado, se meten en problemas y reciben un regaño.

Se le ha metido tierra entre las uñas por excavar una pequeña tumba para la mariposa azul. Ve a Jaemin colocarla en el hueco y cubrirla con la tierra. 

Jaemin es un chico que no está en su salón, lo recordaría si fuera así. Tiene el cabello oscuro y corto, es de su estatura y su voz es aguda, igual que la suya. No resalta nada de él, no es excepcionalmente apuesto y tiene unas ojeras prominentes debajo de los ojos. Lo único que le llega a llamar la atención son esas pestañas largas y el brillo que tienen sus ojos luego de llorar. Nada más.

Lamentablemente para Jeno, Jaemin no vuelve a llorar, o al menos no vuelve a verlo llorar. Pasan los años y siguen hablando, comparten clases juntos y hasta se sientan a lado del otro, una gran coincidencia para dos personas que no se conocían y ahora tienen que pasar sus últimos años de escuela en compañía del otro. Jaemin le roba su primer beso y dejan de verse cuando ambos ingresan a la universidad.

Jeno le responde el beso años después.