𝐌𝐎𝐍𝐓𝐀Ñ𝐀 𝐃𝐄 𝐉𝐀𝐊𝐄, 𝐁𝐀𝐇𝐈𝐀 𝐀𝐕𝐄𝐍𝐓𝐔𝐑𝐀 (𝐂𝐀𝐋𝐈𝐅𝐎𝐑𝐍𝐈𝐀, 𝐄𝐄.𝐔𝐔.)
𝐒𝐄𝐏𝐓𝐈𝐄𝐌𝐁𝐑𝐄 𝟏𝟏, 𝟐𝟎𝟐𝟓. 𝟎𝟕:𝟑𝟑 𝐀𝐌
Un Mercedes Benz negro avanzaba rápidamente por la ruta 54, que parte desde Washington Road hasta el Resort Little Snowy. Tras llegar a la mitad de la ruta, el vehículo perdió velocidad y aparcó a un lado del camino.
El conductor, un hombre de tez morena y de buena complexión física, que respondía al nombre clave de "El Peregrino", cogió la mediana mochila de camping que llevaba en el asiento del copiloto. Se apeó de inmediato, subió la ventanilla en su totalidad y cerró la puerta con llave. Rodeó el vehículo. Se encaminó hacia la barandilla del acantilado. <<PUNTO DE OBSERVACIÓN>>, rezaba un letrero cercano. Se quedó ahí por un escaso momento, contemplando el enorme tramo del Bosque Little Creek que tenía ante él, bajo sus pies. Acto seguido, observó a sus laterales y apresuró en constatar que no hubiera nadie cerca. Ninguna sola alma. ¡Perfecto!. Abrió la mochila y sacó un arnés, que se lo colocó de inmediato, sin problema alguno. Luego sacó una gruesa cuerda de escalada. Un extremo la aseguró al cinturón del arnés y la otra, la amarró a la barandilla. Brincó por encima de ella y, poco a poco, empezó a descender el acantilado.
.............
En cuestión de diez minutos, y luego de descender cincuenta metros, El Peregrino pisó tierra. Desenganchó la cuerda de escalada al tiempo que apresuraba a tomar aire. Para cuando se hubo recompuesto, se quitó el arnés. Tecleó en su reloj inteligente. Encendió el dispositivo GPS e introdujo las coordenadas que tenía grabadas a fuego en su mente y que le fueron proporcionadas el día de ayer.
El dispositivo emitió un pitido y, al cabo de diez segundo después, habló una voz robótica:
::AVANCE VEINTE METROS AL NORTE::
A paso de trote, siguió la indicación. Transcurrido varios minutos más, y con ayuda de su guía mecánico, El Peregrino arribó a un pequeño claro, donde se apreciaba una construcción de un solo piso y de aspecto abandonado. Conforme fue avanzando, notó que, en la entrada principal de la edificación —descuidada y cubierta parcialmente por unas cuantas plantas— se hallaba un hombre. Pero no cualquier hombre, no. Se trataba de su jefe, un hombre poderoso e inescrupuloso que se hacía llamar "El Regente".
El Peregrino dio un rápido vistazo a su reloj, y sonrió. Eran las siete con cuarenta y nueve minutos. Había llegado a tiempo a la reunión, con un minuto de sobra.
—¿Lo conseguiste? —preguntó directamente El Regente.
El Peregrino, sin mostrarse ofendido por tal recibimiento, asintió. Luego, metió una mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros y sacó un teléfono móvil desechable, depositándolo en las manos impacientes de El Regente. Éste último apresuró en chequear las fotos de la galería.
—Perfecto —dijo El Regente, satisfecho. Regresó el aparato a su dueño—. ¿Hubo errores?
El Peregrino no respondió por segunda vez, sus ojos negros parecieron brillar. Lo negó, moviendo la cabeza a ambos lados.
—¡Perfecto! —repitió El Regente, con mayor ánimo. Metió una mano dentro de su gabardina negra y sacó un expediente—. Tengo otro trabajo para ti.
El Peregrino recibió el expediente.
—Ábrelo— ordenó El Regente. Y así lo hizo.
Comenzó a leer, con minuciosidad, el contenido de la primera hoja. Al final de la misma, observó una instantánea. Mostraba un objeto peculiar. Cilíndrico. De color Grisáceo. Con una pegatina en el centro, misma que exhibía un código de barras.
—Necesito que consigas eso —demandó El Regente—. Y para esta misma tarde.
El Peregrino le miró y asintió, en señal de comprensión. Mientras volvía a clavar la vista en el expediente, El Regente añadió algo más. El Peregrino volvió a asentir y pasó a la siguiente hoja. Había llegado a la mitad del primer gran párrafo cuando se detuvo en seco y elevó, ligeramente, su ceja derecha.
—¿Sucede algo?
—Sí —habló por primera vez. Su voz era frío y sombrío, casi carrasposo. Observó a El Regente y preguntó cómo haría él para ingresar a las instalaciones.
—No te preocupes por eso —aseguró El Regente—. No olvides que tenemos a uno de ellos de nuestro lado.
Sacó una tarjeta de su bolsillo y se la pasó a El Peregrino.
—Ve a esa dirección. Habla con nuestro socio. Y en cuanto te dé todo lo necesario, quiero que ambos se dirijan al Aeropuerto Teabing. Un avión estará esperándoles.
Tras terminar de brindar las instrucciones, un intenso silencio se apoderó del lugar.
—¿Podrás cumplir con la misión? —inquirió el Regente, sin hacer tapujos.
El Peregrino cerró el expediente. Y en su rostro se dibujó una leve sonrisa. Sus ojos negros volvieron a destellar.
—¿Podrás hacerlo o no?
—Considérelo hecho.
[763 PALABRAS]
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LA ÚLTIMA MISIÓN [A PAW PATROL FANFIC]
Fiksi PenggemarBahía Aventura está en el ojo de la tormenta, y el líder de la decimocuarta estación, el capitán Chase Schülze, junto a sus colegas rescatistas, son los únicos que pueden salvarla. Lo que debía ser una investigación de homicidio rutinaria se conv...