Prólogo

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Prólogo

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⟨ S E P T I E M B R E  1 9 8 9 ⟩

Atravesó el muro que separaba King's Cross del andén 9 y 3/4 con decisión. Cada vez que lo hacía se sentía igual que la primera vez, en su juventud. Jamás tuvo miedo de qué se encontraría al otro lado, confiaba en la magia y en su padre, que le mostró cómo debía acercarse al muro de piedra entre los andenes nueve y diez tomando algo de carrerilla al principio si estaba nervioso.

Así se lo transmitió a sus hijos, uno a uno, conforme sus edades se acercaban a las once y debían comenzar en Hogwarts su enseñanza. Pero, justo ese día, se sentía algo diferente en el ambiente.

Quizás es que sus hijos crecían demasiado rápido, quizás es que ya no podía controlar el revuelo que armaban los más pequeños. Lo que sí sabía era que sintió paz y tranquilidad en el transcurso de los pocos segundos que le llevó atravesar el ladrillo. Era algo extraño, tan breve y efímero, pero tan perdurable en su alma...

... Hasta que volvió a escuchar los gritos y frunció el ceño ligeramente. Esos debían ser sus hijos, pero el humo de la locomotora que se había acumulado en el ambiente aún no le permitía ver a su familia.

Caminó tras un largo suspiro que le relajó el cuerpo y esbozó de nuevo su mejor sonrisa. Su familia era su mayor bendición y debía sentirse agradecido por ello, aunque a veces los más pequeños lograran sacarle de quicio durante algunos minutos, pero luego siempre le devolvían la sonrisa y su vida cobraba sentido. No sabría que haría sin ellos.

Un petardo volvió a sonar y el ambiente se tensó de nuevo. Ahora estaba todavía más convencido de que sería algunos de sus hijos medianos, pero los gritos ajetreados que trataban de adoctrinar y escarmentar al rebelde y travieso infante que había sido acusado de tal revuelo no pertenecían a su mujer.

—¡Alhena! —gritó de nuevo la mujer—. ¡Deja eso por amor a Salazar! ¡Adhara! —continuó con desesperación—. ¿No os podéis comportar como señoritas por un día? ¡Dora, ayúdame!

El humo se fue desvaneciendo conforme se acercaba a la persona que gritaba. Era una mujer alta y erguida regiamente, con su mentón bien alzado que no le permitía perder la postura elegante por más que tratase de seguir a dos pequeñas que corrían en círculos para marearla. Conocía esa táctica, sus hijos la usaban con su madre.

El pelo oscuro y rizado de las pequeñas se mecían con el viento y el humo de la locomotora, y sus risas eran como una dulce melodía agradable de oír. Otra jovencita, algo mayor, las miraba de forma divertida alzando las manos en señal de rendición. No ayudaría a su madre con las niñas, él lo sabía bien, pues sus hijos mayores tampoco querían entrometerse en los castigos y regaños de los más pequeños. Eran cómplices de sus travesuras y guardianes de los más profundos secretos que harían que su pobre madre se desvaneciera por un ataque de nervios. Incluso sabía de buena tinta que procuraban ayudar a ocultar cualquier prueba de delito que pudiera acusar a los más pequeños de sus andanzas.

Y, conforme se acercaba a aquella familia tan similar a la suya, el hombre esbozó una sonrisa de nuevo.

—Que gusto saludarla, señora Tonks —saludó cortesmente. Su hija estaba en el año escolar de su segundo hijo.

—¡Señor Weasley! —exclamó con una voz demasiado aguda para su gusto personal, pero rápidamente volvió a concentrarse en las pequeñas—. ¡Alhena! ¡El tren está a punto de partir! ¡Dora, ayúdame con Adhara!

* Buenas o Malas Intenciones * Weasley's twins fanfic [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora