Capítulo 2

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   Un nuevo día, un nuevo hogar.

Junto a los primeros rayos de sol, los habitantes de la casa Mayorm se preparan para el día, John hace el desayuno, mientras Hansen se prepara para viajar y cerrar algunos tratos, Amanda por su parte toma una ducha sin tener la menor idea de lo que hará estando aquí.

Al terminar la llamada con su madre baja a desayunar y afrontar un día más, Beatrice dice estar bien, no quiere preocupar a su hija con sus miedos, le informa que esta camino al trabajo.

John y Hansen permanecen al rededor de la mesa, esperando por Amanda, al notar la mesa servida y que aguardan por ella toma asiento al lado derecho de Hansen para quedar frente a su padre John.

—¿Qué tal tu primera noche? —pregunta Hansen sonriente, fresco y feliz.

—Ha sido una de las menos malas. —bromea Amanda encogiéndose de hombros, haciendo reír a ambos.

—¿Qué te apetece hacer hoy, princesa?. —pregunta John comiendo un pedazo de piña.

—Puedes hacer lo que quieras. —la anima Hansen, con una cálida sonrisa.

—¿Qué harán ustedes? —responde Amanda con curiosidad.

—Iré al restaurante —contesta John, como si pudiera hacer algo más, este hombre vive por la cocina— ven conmigo si quieres.

—Iré a Italia, —habla Hansen con orgullo— ven conmigo. —propone, recordando que Amanda le encanta viajar.

Amanda ha viajado con su madre y con ellos, la idea de ir a Italia se hace presente, a ella le gusta visitar nuevos lugares para conocer culturas, idiomas, tradiciones, todo lo que el lugar pueda ofrecer, aunque esta vez declina, hoy le apetece más pulir su talento en la cocina, algo que heredó de su padre.

—Iré contigo, me apetece cocinar—informa sonriente mientras Hansen la ve mal fingiendo estar ofendido ante su respuesta.

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John y Amanda se preparan para salir al restaurante, luego de unos minutos llegan, el pueblo luce animado, aunque en esta época del año parece ser que las nubes grises adornan el cielo, al llegar al lugar una edificación de dos plantas, puertas de cristal y fachada blanca con dorado adornan la calle, sin duda ha mejorado desde la última visita.

Amanda se dirige a la cocina para saludar a los empleados, conoce a la mayoría de los trabajadores de su padre, a lo lejos ve al hombre de casi dos metros, tes oscura y sus típicas bromas que iluminan la cocina, se acerca a ella cambiando su rostro a total seriedad.

—Hey tú, niña bonita, ¿Qué haces en mi cocina?. —le grita Fred a la chica, haciéndola reír.

—¡Tío Fred! —exclama regalándole un sonrisa genuina, Amanda siente raro el gesto ya que no ha sonreído sinceramente desde hace dos años.

—Pero mira cuanto has crecido, pequeña. —Fred la toma entre sus brazos para apretarla.

—Y tus bromas no han mejoran eh. —lo molesta Amanda, riendo junto con Fred.

—No querrás meterte con las bromas de un tipo con cuchillo ¿Cierto? —inquiere Fred alzando una ceja.

—¡Baja eso ya!, y deja de estar amenazando a mi hija. —se acerca John para saludar a su personal.

—¡Hombre!, ¿Cómo podría?, me ofendes.

John pasa de Fred, siguiendo su camino para asegurarse que todo marche bien, Amanda se apresura a realizar una lista de cosas necesarias para su platillo, Fred por su lado comienza a cocinar para los primeros comensales del día.

Amanda ha pasado toda la mañana viendo verduras, proteínas y condimentos sin tener inspiración para cocinar, es por eso que le envía un mensaje a su padre para pedirle salir a comer, quizá el distraerse la ayudará, su padre le pide que lo espere afuera.

Estando en la cera, frente al restaurante, un chico de cabello castaño rubio y ojos azules intenso, tropieza enviando a una desorientada Amanda al suelo, sin saber que fue eso la chica solo lo observa con evidente confusión. Luego de ayudarla a ponerse de pide le regala una sonrisa amable.

—Disculpa, no te vi, venía super rápido. —se excusa el chico totalmente apenado, es su segundo día de trabajo y ya va tarde.

—No te preocupes, estoy bien, tú... —Amanda no termina de hablar cuando el chico ya esta abriendo la boca.

—Sí, sí todo bien gracias. —rápidamente se aleja, entrando al restaurante.

Amada aprovecha que su padre aun no se presenta para conversar con su madre por mensaje, Beatrice le cuenta que todo está bien, que no sé preocupe y también que tiene un viaje en tres días. Su padre John aparece, abordando el auto.

—¿Qué quieres comer? —pregunta John a su hija.

—No lo sé, —se encojé de hombros— conduce, yo te digo donde pares. —ordena Amanda con una sonrisa.

John asiente, conduciendo por las calles de Metis, pasando comercios, arboles, casas y hasta un parque, Amanda en todo el recorrido no despega los ojos de la ventanilla del auto, atenta al paisaje que regla Metis con sus imponentes montañas

—¿Qué es lo que pasa por esa cabecita tuya? —pregunta su padre al verla tan absorta en el pueblo

—Lo hermoso que es Metis. —contesta con simpleza sin dejar de ver las calles de aquel mágico pueblo.

—Tanto tiempo visitándome y ¿hasta ahora lo notas?. —inquiere su padre con una sonrisa en su rostro. —creo que solo apreciamos la belleza, cuando vemos con el alma.

—Supongo que es cierto.—. Amanda se encoge de hombros, mostrando una sonrisa nostálgica.

—Creo que debemos volver, en el pueblo solo hay dos restaurantes, y dado que soy tu padre puedo cocinar lo que tú desees.

Al llegar de vuelta al restaurante, ambos se adentran en el, en esta ocasión Amanda toma asiento en una mesa junto a la venta y John se va a la cocina a preparar el almuerzo de su hija.

Mientras Amanda espera, nota al chico que la tiro al suelo, a unas mesas de distancia, se encuentra con una camisa blanca, pantalones negros, zapatillas blancas y un delantal, al parecer trabaja como mesero en el restaurante.

Por alguna extraña razón Amanda no puede quitar su mirada de él, y este al parecer no siente la mirada de Amanda sobre él, su padre aparece lo cual hace que su vista se aleje de aquel portador del intenso azul.

—Tu comida, hermosa —dice John dejando un plato con tacos—. Hoy hay una fiesta en el pueblo. —sigue hablando, con clara intensión de alentar a su hija a divertirse.— quizá sea tiempo de nuevas aventuras.

Amanda duda, no cree estar lista para socializar, pero dada la notaría preocupación en el rostro de su padre, prefiere que esa petición quede en el aire, sin tener un rotundo no o un definitivo sí.

—Me lo pensaré. —termina por decir, palabras que hacen que John sonrisa alegremente.

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El secreto de Cignus [Terminado✅️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora