Capítulo 1

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Primer encuentro.

Muchas personas pensarían que estar en un cuarto, cual color solo es el blanco que domina en ella, dirían que es muy aburrido, pero cuando empiezas a vivir aquí por mucho tiempo te acostumbras e incluso crees que es más interesante observar cada detalle de lo que hacen los demás que estar pegados a la tecnología, a veces, puesto que aquí no existe la modernidad, no del todo, aun contamos con teléfonos –no de los inteligentes por cierto–,  tenemos esos teléfonos que hace décadas atrás te duraban prácticamente toda la vida, si, de esos grandotes y pesados sin pantalla táctil, solo los de alto rango tenían el placer de tener los modernos, y ese no era mi caso, ni el de muchos.

En éste lugar éramos privados de muchas cosas, tanto trabajadores como Pacientes. Oh si, yo no hablo de un internado, ni un hospital, ni mucho menos en una cárcel, me refiero a un psiquiátrico y yo mismo me metí en este lugar, que por cierto, yo no estoy mal de la cabeza, no tengo nada que me ponga en peligro a mi o los que me rodean, digamos que soy el psicólogo de aquí, pero parece que hago más el trabajo de un enfermero que lo que había decidido hacer el resto de mi vida.

No se preocupen por mi, éste lugar no es peligroso, por lo menos no en el edificio C, que es en el que me encuentro. Digamos que aquí atiendo la mayor parte jóvenes y jóvenes adultos divididos por piso. Son jóvenes no tan fuera de sus mentes, aun un poco con los pies sobre la tierra, son jóvenes incomprendidos, que necesitan de mi ayuda, aun tienen salvación y señor no, no soy un dios, lo sé, pero trato de sacarlos de su tormento y algunos lograr que pueda vivir una vida normal. No quiero ser grosero, pero si estuvieran aquí y hubieran conocido a algunos de mis pacientes.. Me entenderían cuando digo de que deseo que puedan vivir con normalidad. Bueno. Ni hablar de los otros edificios, mis respetos a mis superiores que se encuentran en el edificio A hasta la S, son los más peligrosos donde tienen encerrados a enfermos y no hablo de la biruela o algo por el estilo, estoy hablando de piromanos, psicópatas, personas con delitos mayores, y como muchos los llaman: Personas peligrosas para la sociedad. Y lo sé, ellos deberían estar en la cárcel, pero gente muy rica que aún los quieren piensan que tienen salvación, aparte que se aprovechan de que aquí no tendrán tan mala atención como lo tendrían tras las rejas. Por suerte, esos edificios se encuentran lejos de la C y B, no se pueden mezclar por obvias razones.

Miré el reloj en la pared que marcaban las 8 y punto de la mañana, hora que me tocaba atender a una de mis pacientes. Baje del borde de la ventana que daba vista al patio lleno de flores donde sacábamos a los chicos o ellos podían salir, en el edificio C ellos tenían la libertad de salir de sus habitaciones hasta las 11 de la noche máximo y 6 de la tarde al patio y si deseaban ir al baño tenías que llamar a uno de los enfermeros para que les acompañará, extraño, si, pero era por protección y seguridad del paciente, no es la primera vez que encontramos a uno de ellos tratando de huir de este mundo y de la cruel sociedad que nos rodea.

Vestí mi suéter, puesto que estábamos en época de otoño y mis dedos se ponían morados como mis labios estando allá afuera. Encima me puse la bata blanca y mi foto check que nos identificaba como personal del edificio y para tener acceso a algunas areas. Por último me acerque al pomo de la puerta y salí de mi habitación, iniciando un nuevo y ajetreado día, viendo personas vestidas de blanco o con sus batas blancas caminar por aquí y por allá, todos con un semblante irritado y estresante, siempre me dije que no terminaría como ellos.

Respiré hondo durante el camino y cuando ya estaba en el piso de las habitaciones de los pacientes me dirigí a la puerta con número 64 y giré la manilla respirando por última vez, porque jamás me acostumbraria al miedo, al miedo de fracasar. Abrí la puerta y vi de frente a Eunchan, quien se encontraba sentada de piernas cruzadas sobre la cama dibujando y con una bandeja de comida a un lado sin tocar. Ella me miró de reojo por poco tiempo y siguió haciendo lo suyo sin prestarme mucha atención.

El caso de Jeon Jungkook; jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora