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—¡No!, ¡Idiota!, ¡No hagas esto! — escuche sus gritos, era desgarrador para mi oírla, sufría de verdad, y peor se sentía no poder abrazarla, o decirle que todo estaba bien, que estaba soñando, pero esto era real, totalmente real, y eso era lo más triste.

Lo que le siguió a sus actos fue poner el dedo en mí nariz, en mí cuelo y mí muñeca, desesperada por hallar pulso, al no hacerlo gritó, como jamás la había oído gritar, un grito que perforó los rincones más oscuros de mi muerte, grito que me gustaría haber ahogado yo, con un abrazo y una tarde recostados en mí casa mientras veíamos películas y comíamos como si ya fuera lo último que había, pero no podía...

Oí como su novio la calmaba, pero ella estaba incontrolable, susurraba y sollozaba que estaba muerto, que por qué eso me había pasado, que por qué tenía pétalos en mi cuerpo

«Ya no le dueles más » dijo él, lo oí llorar también, no sabía si por mí o para que ella se sintiera a gusto, pero lloró, lo hizo de verdad.

—Ky... — susurró ella cerca de mi cara, que aún permanecía intacta — Perdón, si siempre me amaste podías haberlo dicho, me esforzaría por haberlo hecho también... No había que... — lloró más fuerte que nunca, yo la veía desde el otro lado de mi cuerpo como una sombra y sólo quería abrazarla, decirle que siguiera sin mí, intentar hacer algo por ella.

Me posicioné en su lado izquierdo, pase mis manos por sus hombros y pose mí cabeza en su hombro izquierdo, ella volteo hacía mi lado, no podía verme, pero quizás sentirme sí podía, lloró con más fuerza aún y se abalanzó a mí dirección, cayendo en la grama, junto a mí, tomando mi cara.

—Prometo guardar todo, todo lo que le dijiste, jamás se me olvidará en la vida, lo juró, mí Mr. Jones

Amaba que me llamará así, y lo había hecho una última vez...

Relato de Hanahaki DiseaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora