Traidora

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Capítulo 14

«Traición».

La palabra retumbó en el interior de la joven mientras intentaba procesar lo que su compañera le había dicho. Jiu tenía una expresión horrorizada plasmada en todo el rostro, atrás Siyeon y Handong parecían turbadas y Dami mantenía el semblante inexpresivo; empezó a sentir náuseas y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Como si alguien le acababa de decir que cometió un crimen imperdonable, algo tan terrible que no merecía un perdón. Gahyeon colocó su mano derecha en el abdomen, hizo esfuerzo de estar en pie.

—¿No mientes? —susurró dolida.

—¿Y qué ganaría con hacerlo? Es la verdad. Lo que pasó en ese tiempo fue que decidiste actuar por tus propios medios ignorando las leyes del reino celestial y por lo cual tuvimos que pagar todas...

—Dami, ya basta. No tienes el derecho de contarlo. —Jiu sujetó el hombro de la mencionada—. Ya hiciste suficiente. Todas, retírense.

—Ella quería saberlo, ¿o no? —Se soltó fríamente y ante la mirada de desaprobación de su líder salió de la sala junto a las otras dos.

A Gahyeon el mundo se le venía encima en ese momento, ni siquiera podía concebir la idea de haber traicionado a esas chicas, a Madre. No podía creerlo, ¿qué fue lo que la impulsó para cometer un acto tan bajo?

—¿Estás bien? Gahyeon escucha, no debes sentirte mal; es algo que quedó en el pasado. —Jiu intentó acercarse, pero la chica se apartó— ¿Gahyeon?

—No puedo, no puedo pensar con claridad ahora. Quiero irme a casa —pidió con sus ojos inundados de lágrimas.

—Tenemos que hablar, no es lo que tú piensas —insistió la guardiana.

—¿Fue o no fue traición? Con todo lo que significa eso. —Tomó una bocanada de aire para evitar echarse a llorar allí mismo—. No te atrevas a decir lo contrario.

Jiu desvió la mirada mortificada. Al final suspiró y alzó la cabeza como si lo que diría a continuación fuera devastador.

Tal vez porque así lo era.

—Si, si fue traición... grave —le dijo la líder.

Entonces una lágrima recorrió la mejilla de Gahyeon y por primera vez, se llegó a odiar, aunque no era culpa precisamente de ella, no quitaba que sus acciones perjudicaron a sus amigas en el pasado. No quería imaginar cómo. La cabeza le empezó a doler mientras su vista se nublaba, quería pedir perdón, quería sollozar hasta que se cansara, quería... desaparecer. Limpio su rostro lo que mejor que pudo y agarró su celular para caminar hasta la entrada.

—No puedes irte, sé que quieres saber todo lo demás. —Jiu la siguió angustiada—. Tienes que oírme.

—No puedo. No puedo estar acá. —La joven se calzó rápido y se enfundó en su abrigo negro.

—No te irás, es una orden.

—¡No puedes retenerme, unnie! —gritó frustrada—. Necesito mi espacio para asimilarlo porque de verdad que no me hace sentir mejor verlas... no ahora. —Abrió la puerta sin girarse a la líder—. Mianhae.

Perdón. 

No esperó respuesta al alejarse del hogar de las chicas, el aire frío la recibió con una ventisca revolviendo su melena. La joven ocultó sus manos en los bolsillos y se fue caminando hasta tomar el autobús que la llevaría a su casa. En todo ese rato no se percató del cielo, de las aves cantando, de las personas a su alrededor; lo único que deseaba era ocultarse del ojo público, sentía miradas acusatorias a donde quiera que fuera y eso solo aumentaba su resentimiento. Tuvo que cruzarse la calle con un puñado de gente para evitar ser atropellada, el mundo se sentía muy lejano.

Como un Deja Vu ||Dreamcatcher ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora