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YOONGI

No puedo creer que aceptara que viniera aquí. ¿En qué carajo estaba pensando?

Sus bonitos y tontos ojos me vuelven estúpido.

Quizás estoy echando tanto de menos a Jiwon que apenas puedo soportarlo. Y aun así, no puedo recomponerme lo suficiente como para enfrentarme a ella y hablar. Ella también parece estar bien con este acuerdo.

Pensé que mi corazón se arrugaba completamente cuando la vi en el comedor. Namjoon quería que fuera a hablar con ella, a sentarme y a almorzar como siempre lo hemos hecho, pero no pude hacerlo. No puedo soportar ni un segundo más del silencio educado ni que ella apenas pueda mirarme a los ojos.

Así que, sí. Ahora soy nuevo amigo del maldito Jung Hoseok, y es extraño. Ni siquiera sé cómo explicar lo increíblemente raro que es, pero el tipo está bajo mi piel. Puedo admitir que ha estado en mis pensamientos últimamente. Un enigma total. El deportista engreído que siempre creí que era, se está transformando en este chico que se preocupa por los demás y que solía dibujar tan bien que mi profesora favorita recuerda su paso por su clase. Un chico que, por la razón que sea, de repente no deja en paz a este solitario total.

Al que he atrapado mirándome más de una vez. Mierda. ¿Por qué no puedo sacármelo de la cabeza? No tiene ningún sentido, pero nada lo tiene en estos días.

Suena un golpe en la puerta de mi apartamento y pongo los ojos en blanco, levantándome del sofá.

—Sólo son las 7:30, cara de mierda —Abro la puerta, con una sonrisa divertida en la cara. Pero se me cae cuando veo a Jiwon de pie con una mirada confusa.

— ¿Cara de mierda? ¿En serio?

—Oye, tú no —Me paro en la puerta, aturdido y mirando a mi mejor amiga, que parece nerviosa por estar aquí. Jiwon. Parece nerviosa por estar en mi casa. Eso es muy jodido.

—Hola —Sus ojos miran detrás de mí, luego se posan en mi cara, y juro que por un momento, mis rodillas se sienten débiles porque parece que hace una eternidad que no hacemos contacto visual.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Mierda. Espero que no haya sonado como si no la quisiera aquí—. No es que quiera que te vayas ni nada parecido — añado rápidamente. Jesús, mierda. Nunca me había sentido tan incómodo con Jiwon.

Me sonríe y se pasa por detrás de la oreja un rizo suelto que se le ha escapado de la coleta.

— ¿Vas a invitarme a entrar o estás esperando al verdadero cara de mierda?

Maldita sea, olvidé que Hoseok llegará en treinta minutos. ¿Quiero que Jiwon sepa que estoy saliendo con el enemigo? No especialmente.

—Sí, pasa —Me quito de en medio, dejándola pasar. Ella entra, y sus ojos se fijan instantáneamente en mi lugar con interés antes de volverse hacia mí.

—Me gusta. Namjoon dijo que Nara lo decoró.

Me río porque tenía razón. Ha mandado un sofá, pero también platos, una mesa de centro, una televisión y un sillón reclinable. Sin mencionar la ropa de cama nueva, las toallas y los cubiertos.

—Sí. Ella lo hizo.

—Ha hecho un gran trabajo —dice Jiwon con una dulce sonrisa, y mi corazón vuelve a estremecerse. Debería haberla besado. ¿Por qué no puedo devolverle el amor de esa manera? Sería complicado, pero más fácil que esto. ¿No es así?

—Te echo de menos —dice, y yo la miro como un idiota.

—Yo también te echo de menos.

—Bien —Parece aliviada antes de empujar mi hombro juguetonamente—. Deja de evitarme.

HOSTIL [YOONSEOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora