Compartiendo el dolor

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La nieve ya comenzaba a derretirse, eso provocaba que el corazón de Sakura brincara de alegría cada vez que veía un pequeño tallo verde entre la blanca nieve. Sasuke disfrutaba ver la sonrisa de su compañera camino a la escuela, parecía que sus mejillas estuvieran más rosadas que nunca, tarareaba feliz al compás del pequeño trineo que se abría paso entre la nieve derritiéndose al calor del sol.

-¿pesa más de lo normal? -, preguntó Sakura interrumpiendo al concentrado Sasuke que jalaba con fuerza su invención atrapado con una roca. -creo que lo cargaré, ya no se desliza fácilmente porque la nieve se está acabando-. Comentó tomando al pequeño Ishida que dormía plácidamente.

-No hace falta-respondió atolondrado, últimamente se ponía más nervioso cuando ella se acercaba-déjame, yo lo llevaré.

-Es mi trabajo, descansa, mañana comenzarás con nuevas herramientas en el taller. Shisui-kun me lo comentó- respondió acomodando al bebé en su espalda. Sasuke bajo la mirada, había olvidado que esta sería su última semana asistiendo a la escuela próximamente comenzarían a preparar un gran pedido y ya no podría acompañarle a la escuela, eso le causaba temor.

Ambos entraron al salón en silencio y se acomodaron en sus pupitres de madera. Los niños sonreían entre ellos, murmuraban y se burlaban de ambos. Pero con solo una mirada fulminante de Sasuke y las habladurías acababan; todos los chicos del salón le tenían miedo, después de varias palizas que había brindado. El maestro Iruka entro unos minutos más tarde iniciando la lección, Al poco tiempo Sakura debió salir del salón porque Ishida había despertado, ya estaba más grande y necesitaba de más movimiento, sin embargo, Sasuke le detuvó:

-Yo lo llevaré, esta parte ya la sé hacer-. Todos se miraron unos con otros pensando en lo engreído que era.

-Es cierto. Sakura deja que tu compañero lo atienda, Sasuke va bastante más adelantado que toda la clase- Sugirió el profesor.

Los mismos brabucones de siempre chasquearon sus lenguas llenas de envidia.

-Es muy bonita, pero es sólo una niñera. Ella no debería estar aquí-. Insistió un pecoso.

-Siempre le dan privilegios, es la consentida del maestro- susurró el regordete.

-Sólo hay que esperar que el engreído de Sasuke no esté.

Al terminar la jornada, la pareja de niños llego apresuradamente al "Rocabae", ningún atraso era bien recibido, Sakura entrego al bebé, para luego correr al río a lavar los pañales, mientras Sasuke comenzaba a avivar el fuego de la hogera donde fundirían el metal. El maestro entro con un sujeto alto y bien parecido, sus cabellos eran largos y obscuros, gruesos, a tal punto que pareciera que una tormenta eléctrica lo hubiese atacado. el hombre observo de lejos a Sasuke; tenía su mirada concentrada en la hogera, sus pequeñas manos tomaron un yunque y lo acomodó sobre el gran mesón.

-Le costó tomar el ritmo, al principio no sabía ni como tomar una vara. Tal y como esperaba de un chico de buena familia. Aunque su padre lo educo bien, no se quejaba y no mostraba debilidad. Digno hijo de un samurái. -explico el anciano.

-ya veo, no hay duda que es hijo de un Uchiha, nuestro clan está casi extinto. Si no fuera por la misericordia que tuvo el emperador con algunas de nuestras familias, yo también estaría muerto.

-Puede estar tranquilo, el niño estará bien.

-se lo agradezco. ¿qué hay del otro muchacho? -el imponente hombre continuo el paso por el taller hasta llegar al patio interior. Allí estaba Shisui golpeando algunas herramientas al rojo vivo-Es él, no cabe duda.

-Así es señor. Excelente aprendiz. Aunque en él se notaba que había tomado alguna vez herramientas.

-Sí, su padre murió en combate y su madre quedo sola con él, así que desde muy joven trabajo en casa. Cuando su madre murió no me sorprende que haya buscado vida en algún oficio. Es un chico inteligente.

El guardaespaldas de la prometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora