Capítulo 24- Mal mentiroso.

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Aviso: a partir de este capítulo, los capítulos serán cortos. Gracias<3

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Lea Thompson
Eran las 6:30 a.m en mi celular, había vuelto a tener esa horrible pesadilla. Me senté en mi cama con la respiración agitada, tocándome el pecho para poder calmarme. Cualquiera pensaría que todo esto es una exageración, pero si sintieran lo que yo siento cada que me pasa esto, ya estarían rogándole al universo que todo esto parara.

Me levanté de mi cama y encendí la luz de mi cuarto. En uno de los cajones de un mueble café que tengo, comencé a buscar una caja pequeña. Ahí guardaba unas pequeñas cosas que lograban calmarme el tiempo que estuve viviendo aquí. Y, aunque estaba mal tranquilizarme de esta forma, y aunque me había propuesto a dejarlo, no pude contenerme. Encontré la pequeña caja lila que guardaba muy bien entre mi ropa, la tomé con ambas manos y fui a sentarme en la ventana de mi cuarto no sin antes apagar la luz.

Toqué suavemente la caja sintiendo su forma y textura, y sonreí cansada. Dentro de ella, contenía unos cigarros que había comprado mucho antes de haberme ido de aquí, hubo un tiempo en el que agarré este 'vicio', y era la única forma de tranquilizar un rato mi mente. La primera vez que fume uno, recuerdo que fue cuándo recién pasó lo de mi cumpleaños número 16, una tarde que mi familia había salido a hacer las compras para la semana, y yo no había querido ir, preferí quedarme en mi cuarto cómo todos los días. Ese día bajé por un vaso de agua, ya que era lo único que me mantenía con vida, la comida no me gustaba en ese tiempo. En la cocina, bebí el vaso con agua, y mi mirada paseó por toda la cocina cayendo esta misma en la barra integral de mármol. Ahí, ahí estaba una pequeña caja, sabía que era, pues mis ex amistades los consumían. Dudosa tomé uno, sabía que eran de papá, ya que él los fumaba cuándo estaba estresado, y al parecer, todos los días lo estaba, porque todos los días los fumaba. Dejé la cajetilla en dónde estaba y busqué un encendedor en los cajones de la cocina, cuándo lo encontré, fui de regreso rápidamente a mi cuarto, puse seguro y me senté en la ventana de mi cuarto. La pensé muchas veces para encenderlo, pero al final terminé haciéndolo. Tosí varias veces tras la primera calada, las siguientes fueron mejor, ya que le había agarrado el modo, y lo peor de todo, fue que me gustó la sensación en la que te mareabas un poco después de fumarlo, y desde entonces;

Se había vuelto un vicio para mí. Todas las tardes solía prender uno, los problemas en casa se hacían nulos y menos pesados después de prender uno. Y volviendo a la actualidad, me encontraba dando caladas suaves al delgado objeto.

Unos segundos después, me había mareado un poco, pero había logrado calmarme. Nadie sabía que yo los consumía, —a excepción de mi madre—, ella los había encontrado cuándo limpió mi cuarto una vez, obviamente habló conmigo, pero para ese entonces, ya era una adicción para mí. Me gustaba consumir los de un sabor en específico y eran los de menta. Al terminarlo, suspiré largamente recargando mi cabeza en el marco de la ventana. La noche fresca y el haber consumido ese cigarrillo, lograron calmarme.

Revisé la hora en mi celular, y ya eran casi las siete de la mañana y el sueño se me había esfumado. Volví a mi cama intentando recuperar el sueño, y así fue, minutos después de estar pensando cosas, me dió sueño y terminé durmiéndome otra vez.

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Me levanté aturdida por muchas voces que provenían del primer piso. De a poco, comencé a abrir mis ojos, revisé mi celular y ya eran las 11 a.m y no tenía ninguna notificación, —amen mi vida social—.

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