Día

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Los primeros rayos de sol se asomaron por las rendijas de las ventanas en la habitación, y aquello fue suficiente para traer de regreso a Luzu de los brazos de Morfeo, indicándole que un nuevo día había comenzado.

Suspiró hallándose despierto y disfrutó unos minutos demás de la calidez que le ofrecía la cama al haber sido ocupada toda la noche por él y por su amado, y sin poder evitarlo, estrujó con un poco más de fuerza de la necesaria el cuerpo entre sus brazos.

El trinar de los pájaros que se escuchaba a lo lejos, en algún lugar fuera de la casa, y la respiración acompasada de Quackity aún durmiendo amenazaron con adormecerlo y enviarlo de nuevo al mundo de los sueños, pero no lo permitiría, Luzu sabía muy bien que su rutina había comenzado.

Abrió los ojos y frente a él encontró los cabellos negros enredados del menor, dándole sentido al aroma frutal que desprendía el shampoo que probablemente había usado el día anterior.

Un repentino impulso lo sobrevino, y con el pensamiento de Ah, ¿qué demonios? con el que se respondió, simplemente cayó ante él, inclinándose lo suficiente para enterrar su nariz en la hendidura que formaba el cuello del menor, permitiéndose sentir el aroma característico de su amado junto con el olor a su shampoo y a ropa limpia.

Quackity se removió, probablemente por el cosquilleo en una zona sensible para él, pero no se despertó. Luzu entonces se sintió lo suficientemente confiado para depositar un suave beso en su piel, provocando que el menor de nueva cuenta se moviera entre sus brazos, esta vez mascullando un murmullo.

—Luzu... —Pronunció con la voz ronca por el repentino despertar, y aquello provocó una sonrisa en los labios del mayor.

—Buenos días, Quacks. Es hora de despertar, cariño, que un largo y emocionante día nos espera. —Murmuró con la voz algo rota por el desuso y al mismo nivel de volumen que había usado el otro, sin necesidad de que alguien más lo escuchara además que el hombre al que abrazaba.

—Ay, Luzu. —Habló de nuevo, aunque ahora utilizando un tono más de reproche—. Apenas es de madrugada, qué pinches buenos días ni que nada. —Se quejó, buscando acomodarse nuevamente a pesar de que el mayor ya había comenzado a apartarse para levantarse de la cama.

Luzu soltó una pequeña risa, sabiendo que algo así recibiría como respuesta.

—El sol ha salido y ya se escucha el cantar de las aves, así que ha llegado la hora de despertar y aprovechar bien el día. —Continuó con su letanía, probablemente usada para convencerse a sí mismo también de levantarse.

—Ni madres. —Zanjó el menor, y pronto el mayor se vio detenido en su intento de apartarse de la cama cuando un par de brazos lo retuvieron de la cintura, evitando que se levantara.

El castaño volteó a un costado y encontró a Quackity aún con los ojos cerrados, pero con sus labios formando un pronunciado puchero.

—Luzuuuu. No te vas hasta que yo te diga. —Aunque había querido que aquello sonara como una orden, la forma en que fue dada no hizo más que provocar ternura a su pareja.

—¿Ah, sí? ¿No vas a permitir que me vaya? —El menor negó levemente con la cabeza.

—Nel. Aún tengo sueñito, y si tu novio tiene sueñito te quedas con él para que siga durmiendo. —Luzu reprimió una risa, sabiendo que si quería mantener aquella versión de Quackity presente, no debía apresurar su despertar. Después de todo, conocía la faceta de su pareja que hacía hasta lo impensable sólo para que aceptara quedarse un momento más en la cama con él.

Extendió su mano para tomar al otro con suavidad de su mejilla, dejando caricias en ella que fueron aceptadas gustosamente a decir por el peso extra que sintió sobre su palma.

—¿Así que juegas la carta del novio, eh? No es justo si me pones en esa encrucijada. —El menor sonrió levemente.

—Lo que no es justo es que quieras despertarme a esta pinche hora, mi amorcito. —Esta vez Luzu no pudo evitar reír por el tono de burla utilizado en el apodo, aceptando su derrota.

Con sumo cuidado apartó las manos que lo envolvían y guió a Quackity para que volviera a acomodarse en el colchón, cobijándole y dejando un par de besos en su frente y mejillas.

Por su lado, tomó asiento recargando su espalda en el respaldo de la cama, y con dulzura repartía caricias en el cabello ajeno, sabiendo que aquello conseguiría que su amado reconciliara el sueño pronto, permitiéndole así irse para comenzar al fin su día con una sonrisa tonta en su rostro.

Rutina - Luckity (Two shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora