"Un amor como el de la luna con el sol, que a pesar de la distancia, saben que se tienen uno al otro, que a pesar de sus diferencias, se aceptan tal y como son, y que juntos forman un eclipse perfecto"
-¿Qué dices, Amelie? -tomó una de mis manos
-Di...
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Narradora omnisciente
8 de octubre de 1980. Londres, Inglaterra
Era un día lluvioso, como lo eran casi todos en la ciudad, fresco y sumamente nublado. En una casa de dos pisos, tres habitaciones, grandes ventanales en algunas partes de la casa, la cual por fuera estaba pintada de un color amarillo sumamente tenue, con marcos blancos y una puerta café, un lugar cómodo, habitable y cálido. Desde la ventana de su habitación, una niña de cabellos cafés, grandes ojos de un hermoso color azul, mejillas grandes y rosadas.
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Ella, admiradora de la lluvia, posó su mano sobre el cristal, sintiendo el frío del mismo. Ese día, era el día de su cumpleaños número cuatro, su familia había planeado tener un picnic para celebrar la fecha, sin embargo el día se vio afectado por la lluvia. Suspiró, sin ganas de hacer algo más, no había nada más que hacer, su cumpleaños se había arruinado.
—Amelie, Amelie—habló su madre, una mujer rubia de ojos azules y gran sonrisa en busca de la niña, asomó la cabeza por el marco de la sala—Te encontré, muñequita.
La mujer se acercó, tomó a la pequeña de la mano y la volteó de manera que se pudieran ver frente a frente.
—Vamos, no puedes tener esa cara todo el día, es tu cumpleaños
—Está arruinado, ¡arruinado, mami!
—Aún no has abierto tus obsequios, no sabes si todo está completamente mal—tomó una pequeña caja color negra con un listón dorado del bolsillo de su suéter, ofreciéndole esta a la niña
La pequeña no dudó en abrirlo con emoción, sus ojos brillaron al ver una cadena de oro de la cuál colgaban las iniciales "A" y "W", sonrió ampliamente mientras le tendía la cadena a su madre, quien acomodó el cabello de su hija para ponerle la cadena alrededor de su cuello.
—Sabes lo mucho que te amo, ¿cierto, muñequita?—dijo la mujer en voz baja, sus ojos cristalinos de las lágrimas que contenía, su hija asintió
