Capítulo 9

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Son las once y estoy sentado en la cornisa de la ventana, espero con cierta emoción la llegada de aquella usual silueta. Los minutos pasan hasta un cuarto para las doce y la calle sigue vacía.

Es extraño, aquel chico no suele faltar, pero el tiempo corre y él no hace su aparición. Al parecer esta noche no llegarán sus pasos. Pienso en el minino, al que siempre alimenta de noche.

«¿Se habrá quedado esperándolo?»

La preocupación por el animal se apodera de mi cabeza y me obliga a salir de la habitación hasta la cocina. Es tarde y no hay ningún alma despierta, por lo que puedo buscar en ella una lata de atún.

La escondo en el bolsillo de la casaca y vuelvo a mi cuarto, ahora debo ingeniármelas para salir de la casa. Si bien es cierto, el personal de limpieza está dormido, pero la seguridad que rodea la casa, no.

«Deben permanecer atentos ante cualquier situación. No podré salir por la puerta principal, levantaré sospechas».

Me asomo por la ventana para ubicar la luz de los guardias, ellos llevan la linterna para una mejor visión durante la noche. Logro divisar al guardia a una distancia prudente de dónde siempre está el chico, respiro hondo.

«Es ahora o nunca».

Suelto el aire y salgo por la ventana, agradezco internamente estar en el primer piso. Hago el menor ruido posible, debo evitar que se me escuche, y corro para cruzar la calle.

No sé si funcionará lo que planeo, pero quiero que aquel pequeño coma, aunque sea un poco. Me agacho como suelo ver que el chico hace y coloco la lata de atún en el suelo, ya está abierta.

—Suspiro, no muy confiado, y lo llamo como él lo hace—. Manchas, ven, Manchas.

Cierro los ojos y espero a escucharlo masticar, pero al no escuchar ningún ruido, los vuelvo a abrir. Como por arte de magia, aquel gato aparece y sonrío sin poder evitarlo. El gato de nariz rosada me mira con agradecimiento y vuelve a comer.

Lo reconozco, es el gato que se me acercó en la tarde. Lo acaricio mientras come y lo miro embobado, este gato es un amor. Me quedo con él por unos minutos más, pero me pongo de pie al sentir una mirada.

Busco de dónde proviene, pero no encuentro a ninguna persona. Suspiro, quiero creer que son los nervios. Me despido del minino y él se marcha meneando la cola de lado a lado.

Sonrío al verlo marchar y corro de vuelta a mi habitación, estoy a punto de llegar cuando escucho el grito de un guardia. Pienso que la luz me iba a apuntar, pero no es así, lo veo correr en dirección contraria a mí.

«¿Qué pasó?»

***

Tenemos reunión hoy, a las ocho de la mañana, nada peor que levantarme temprano un lunes y tener que interactuar con ellos. Me resigno a lo que toca y me alistó para salir, "mi padre" se despide de Mónica y nos marchamos.

La llegada al lugar fue rápida, hubo un cambio de local y, para nuestra suerte, este queda más cerca a la casa. Seguimos el mismo procedimiento que en la primera reunión, pero esta vez tengo un pequeño grupo con el que puedo hablar.

El chico tímido es el primero en saludarme, parece más tranquilo. Le respondo el saludo y volvemos a ser dos grupos, demasiado marcados para el gusto de los socios. Nosotros nos ubicamos en la ventana, al parecer a uno de ellos le gustaba mirar a través de ella.

La situación era pacífica, en comparación a la anterior, pero las cosas cambiaron en un segundo. El chico aburrido, el que estuvo sentado en el mueble en la primera reunión, nos obliga a cerrar la ventana antes de que podamos percatarnos de lo que ocurre.

Classless [Boyslove] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora