Sus palabras golpean con rudeza en mis oídos, hace mucho nadie lo mencionaba. En casa, tanto mamá como Libby, evitan hacerlo, saben que no estoy listo para hablar del tema, no obstante, Aiden lo menciona con tal naturalidad que me deja aturdido por unos segundos.
Soy consciente de que él espera en silencio mi respuesta, pero no puedo hablar, siento la garganta seca. Estoy estático, aún sentado en la cama, con el celular en la oreja sin poder continuar la conversación.
Mis ojos pican y sé que las lágrimas quieren rodar por mis mejillas, pero no las quiero dejar salir, me niego. Después de que me enteré de su partida, las cosas se complicaron, para Libby y para mí. Ambos lo queríamos, pero no podíamos expresar nuestro dolor con naturalidad.
Veía a Libby llorar por las esquinas de la casa durante su tiempo de duelo, también la vi encerrarse en sí misma para tratar de curar el vacío que él dejó. Le dolía entrar a mi cuarto y ver los objetos que tenía de él, así que tomé la decisión de guardarlo todo.
Escondí todo lo que tenía en casa de él, todo lo que en algún momento me dio y no me atreví a bajarlo, incluso ahora no los he vuelto a ver. No podía llorar porque debía cuidar a Libby, solo escondí mi dolor y poco a poco lo fui transformando en enojo, o por lo menos eso pienso.
―Después de varios minutos, que para mí fueron horas, me atreví a hablar―. Está bien―, dije con voz simulada―. Lo intentaré―. «Todavía no me siento confiado, pero quiero que el niño se sienta más tranquilo».
Aiden responde con un tono alegre, parece emocionado por haberme inspirado. Por unos minutos más conversamos, él me cuenta como logró superar su timidez para convertirse en alguien más fuerte y seguro de sí. Su emoción es contagiosa y logra apartar el dolor que siento.
Sonrío sin poder evitarlo, este niño se esforzó demasiado por demostrarle a Ale que la vida debe seguir, además, lo motivó por todo ese tiempo a luchar por salir adelante. Es increíble la capacidad que tiene este pequeño para ayudar a mi amigo, agradezco infinitamente que no se haya rendido con él.
La llamada termina entre risas y una intervención inesperada de mi querido amigo. Luego, me recuesto en la cama para repasar todo lo que Aiden me contó para tratar de animarme a tomar una decisión, aunque no sé si será lo correcto.
Suspiro, en verdad extraño mi vida rutinaria, mis amigos y salir sin preocuparme por que alguien me reconociera. Extraño ser un chico de ciudad, uno más de los millones de personas del país. No quiero aparentar, ¡quiero mi vida de vuelta!
―Bufo frustrado―. «¡Detesto estar en Baevil!».
De pronto, por mi cabeza paso la loca idea de Aiden. Dentro de todo, es arriesgado acercarme a él, no lo conozco y solo podría empeorar mi situación, pero si lo pienso bien...
«¿De verdad puede ocurrir algo peor?»
Suspiro de nuevo, no sé qué hacer ni que pensar.
«Mejor me voy a dormir».
Antes de cerrar los ojos, recuerdo a la pequeña Manchas, me incorporó de inmediato y reviso por la habitación en busca de la lata de atún, la encuentro al pie de la ventana y sonrió al sostenerla en mis manos.
Me asomo a la ventana, deseo internamente que no esté el chico, repaso la calle con cautela. Busco en cada mínimo espacio visible, no quiero encontrármelo por casualidad. Suspiro de alivio y abro la ventana, no considero justo no darle de comer a Manchas solo por él.
Después de darle la comida a la pequeña la acaricio y vuelvo a casa, esta noche no he visto al chico y eso me da paz y cierta duda. Sacudo la cabeza para no pensar en ello y vuelvo a acostarme en la cama, es hora de dormir.
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Classless [Boyslove] [+18]
Roman d'amourAlton le prometió a su padre que cumpliría el trato y dentro de 4 años tendría su ansiada libertad, sin embargo, nunca imaginó que los cambios que da la vida lo pondrían todo en peligro. Segundo libro de la trilogía How do I found my first love? (¿C...