Oscuros y Perversos

Su corazón

Él la miraba como si no existiera nadie más. Ella ni siquiera parecía percatarse. Él no podía creer que esa chica tan hermosa estuviera allí, entre sus brazos, aún. Ella simplemente se limitaba a pensar en su siguiente paso. Entonces de pronto supo qué haría.

—Quiero tu corazón —dijo sin mirarlo.

El chico, confundido pero feliz e ingenuo le contestó muy seguro:

—Haz con él lo que quieras. A fin de cuentas es tuyo.

Una sonrisa de satisfacción se formó en los labios de la chica de inmediato y colocándose a horcajadas sobre su cintura le susurró al oído:

—Haré con él lo que yo quiera entonces.

Minutos más tarde, el inocente chico yacía en su cama de sábanas blancas y la hermosa joven le contemplaba excitada mientras sostenía algo entre sus delicadas manos. Ese algo era lo que el chico le había dado hacía un tiempo.

Su corazón.