Todos hacemos lo que hacemos por diferentes razones.
Unos rompen corazones porque han roto el suyo antes y piensan que, de esa manera, no volverán a hacerlo.
Otros lo hacen sin siquiera darse cuenta.
Y luego de eso están los que te destrozan el corazón porque sí, porque se les da la gana y contra estos no hay nada que puedas hacer. Cuando alguien es un rompecorazones por placer muy pocas veces quiere dejar de serlo. ¿La razón? Sentir que tienes el poder de lastimar tanto a alguien es adictivo. Es una puta droga que envenena poco a poco hasta que te consume y llegas al punto en que ni siquiera te importa el sufrimiento de esa otra persona.
Sin embargo, siempre hay excepciones. O al menos tiene que haberlas pues, de no ser así, nadie se enamoraría. Y muchas personas se enamoran. Incluso los más perversos lo hacen.
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Oscuros y Perversos
RandomRecopilación de mini relatos y algunas reflexiones. Todo es de mi autoría e imaginación. Prohibido el plagio. Obra original.