Capítulo 5: Acoso

856 105 11
                                    

El tiempo pasó rápidamente y Noah ya llevaba un mes en la academia. Lo que al principio se sentía nuevo y extraño, ya se le hacía un poco más rutinario.

Esa mañana estaba un tanto de mal humor, ya que en unos días sería llegaría su celo. Los supresores usualmente no funcionaban adecuadamente en él debido a que sus feromonas eran demasiado intensas y difíciles de sobrellevar.

El celo de un Omega usualmente no era fácil, pero todo empeoró para al cumplir los dieciocho años hace unos meses y descubrir su rasgo dominante. Sus feromonas se volvieron más fuertes y su celo era irregular porque fue una presentación tardía.

Aparentemente, era un problema que experimentaba un pequeño porcentaje de Omegas donde eran casi inmunes a los supresores y sus celos no seguían apropiadamente las facetas lunares.

Su abuela hizo lo posible por conseguirle unos supresores que lo ayudaran un poco, pero no hacían mucha diferencia, y además de que tomar una alta dosis también podría hacerle daño a su cuerpo. La solución más viable era recibir las feromonas de un alfa—pero lo odiaba.

Solo su familia conocía completamente su rasgo y por esto era tan protegido. Sus celos eran increíblemente intensos y sus feromonas demasiado llamativas para los Alfas cuando estas se acumulaban. Por lo que lo mantenía en secreto, ya que sabían que generaría el interés en personas no gratas debido a que los Omegas que salían de lo convencional eran objetivos del mercado negro.

Incluso esta era la razón de por qué no había Omegas dominantes en la sociedad. Este rasgo era tan poco común que tenían la tendencia de desaparecer por medio de extrañas circunstancias, así que incluso hacerlo público era peligroso. Muchos Alfas se volvían extremadamente posesivos con ellos, debido a que sus feromonas eran inmensurables e intoxicantes. Eran tratados como el unicornio que todo el mundo quería poseer.

Lo bueno era que podían controlar muy bien sus feromonas, y pasar desapercibidos en muchos casos, y no eran tan susceptibles a ser controlados por las feromonas de un Alfa como usualmente le pasaba a otros Omegas. Aunque esto podría cambiar si era un Alfa dominante, no estaba seguro.

Su padre no le daba mucha libertad, aparte de ir a la escuela o a sus prácticas, y, aun así, le asignaba dos guardaespaldas. Estaba sorprendido de que su abuela pudiera convencerlo de dejarlo asistir a Valori o quizás simplemente quería alejarlo luego de que su situación se volviera tan complicada.

Su padre, siendo Alfa, no entendería sus necesidades como lo haría su madre si estuviera viva—la cual era Omega.

Ser enviado a la academia lo había enojado, pero no podía negarse. Debía reportarse diariamente con su familia—pero no había escuchado de su padre en meses. Luego de que su rasgo mutara, sus feromonas eran un problema, no podía controlarlas adecuadamente por un tiempo afectando a los Alfas a su alrededor, y su padre fue testigo de ello.

Fue una escena muy vergonzosa para él y luego de ese suceso su padre visitaba la casa con muy poca regularidad. Al parecer no quería ver en lo que su hijo se había convertido, así que prefería evitarlo.

"Agh..." Sacudió su cabello, un tanto molesto al recordarlo y suspiró.

La verdad era que se sentía como un prisionero de sus defectos, ya que tenía muchas limitaciones. No le brindaban las mismas libertades que los demás y siempre debía ser cuidadoso de no resaltar.

Debía liberar cierta cantidad de feromonas para no enfermarse, por lo que solo debía controlarlas y medirlas. Le era fácil hacerlo usualmente, pero su celo era una situación diferente—ya que para poder suprimirlos, era mejor recibir feromonas directamente de un Alfa, y su abuela había organizado una solución para sobrellevarlo. Lo odiaba. Su celo se volvió transaccional y despreciaba el acto completamente.

Jaula de RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora