Los días transcurrieron con una auténtica serenidad. Dante no se había acercado a pesar de su obvio interés, y los incontables mensajes. Los cuales se detuvieron abruptamente justo ese viernes. Afortunadamente, la única clase que compartían había sido suspendida, por lo que pudo evadirlo con éxito.
Al concluir su clase de baile, se dio un baño para así finalmente salir del campus, y visitar un establecimiento que había divisado cuando llegó a la ciudad por primera vez.
Caminó por el tranquilo campus, admirando el ambiente que se podía apreciar. Usualmente, la mayoría de los estudiantes regresaban a casa el fin de semana, por lo que estaba ausente del usual movimiento.
Noah no hizo el esfuerzo de regresar a casa, puesto que su abuela aún estaba en Corea y su padre nunca permanecía allí. No habría razón para volver a un lugar donde no lo esperaba nadie, por lo que simplemente se quedaba en la academia mientras sus compañeros compartían con sus seres queridos.
Los dos guardaespaldas asignados por su familia lo esperaban afuera. Por un momento se preguntó qué hacían cuando estaba en clases, pero su estoica postura le dejó en claro que lo detestaban—probablemente cuidar de un estudiante no era su tarea preferida.
Al llegar al hermoso café sus ojos se relajaron, ya que llevó varios libros en su bolsa, los cuales disfrutaría en el agradable ambiente. Se alegró de que estuviera tan cerca de la escuela, puesto que siempre podría ir caminando.
La vista era espléndida, las plantas bien cuidadas cautivaban la mirada y la iluminación era perfecta. Parecía ser un pequeño invernadero donde los cristales se elevaban en el centro como un domo, el cual fue cubierto por las coloridas flores.
"Bienvenido." Saludó una melodiosa voz. "¿Necesita una mesa?" Preguntó con cortesía.
Noah asintió, y sonrió levemente haciendo que el chico se sonrojara.
"Preferiría un espacio cerca de los ventanales." Señaló el área que quería y el joven lo llevó al lugar que brindaba la mejor vista.
Ordenó algunos bocadillos y café para pasar el tiempo a medida que disfrutaba de su lectura.
Estaba feliz de poder relajarse después de tanto tiempo y pensó que quizás el pequeño establecimiento se volvería su escondite cuando quisiera alejarse de la realidad. Lo encontró por casualidad, debido a que el chofer tomó un atajo cuando se dirigía a la academia. Por lo que egoístamente esperaba que muy poca gente supiera del sitio.
Regresó a su dormitorio relajado después de tener una tarde tan amena, así que repitió la rutina el día siguiente, y el siguiente—y ya era domingo.
Se dirigió a la misma mesa, pero extrañamente ya había una persona ocupando el área.
Miquel—el agradable mesero, se acercó viéndose apenado. "Vino desde temprano." Murmuró el Beta. "Perdón, no pude apartarla para ti."
Noah sonrió. "Está bien, no te preocupes." Pero la verdad era que estaba desencantado.
Detestaba cambiar sus rutinas y sabía que eso era un problema, pero así trabajaba su mente. Estaba seguro de que se debía a su gen dominante, ya que usualmente los Omegas se adaptaban rápido, para así amoldarse a sus Alfas. No obstante, Noah no era así... no podía.
Se sentó en una mesa al frente, y pudo jurar que el hombre que había robado su mesa lo observaba con peculiaridad, pero lo ignoró. La verdad era que la vista no era igual de espectacular, pero aun así, era un buen lugar y al final se sintió un poco conforme.
Noah sacó su libro, y se adentró en su lectura. Miquel no tuvo que tomar su orden, puesto que siempre pedía lo mismo, así que le llevó lo usual.
La mirada intensa del hombre frente a su mesa estaba alterando sus nervios, y elevó su mirada para encontrarse con una agradable sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Jaula de Rosas
RomanceNoah tiene un gran secreto, para sobrevivir debe amaestrar el arte de la manipulación y seducción, y pasar desapercibido en un mundo donde los Omegas son considerados un rasgo inferior. Sin embargo, conoce a un Alfa dominante que es capaz de ver a t...