6. La víspera de Navidad◽️

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Hermione aprovechó bien su tiempo en la biblioteca mientras avanzaba la primera semana de las vacaciones de Navidad. Ya estaba completamente recuperada de sus heridas, y durante los tres días anteriores a la Navidad se organizó, repasando el plan de estudios y calculando lo que aún tenía que aprender. A esto añadió pequeños periodos de ensoñación recordando sus besos de Severus, que ahora eran dos porque su amor estaba ausente en ese momento.

Seguía allí, pero Severus llevaba tres días retenido en su laboratorio. Tenía un pedido especial de una poción de San Mungo que por ser las vacaciones había podido elaborar para ellos. Le había dicho a Hermione que la poción en cuestión tardaba tres días en hacerse y que no podría verla durante ese tiempo porque era una poción que requería mucho trabajo y una estricta rutina de batido.

Fue entonces cuando recibió su segundo beso, y ahora se estremeció al recordar la sensación de sus labios acariciando los suyos. Recordar la excitaba, pero si la verdad era que había tres razones para su alegría hoy. Uno, era Nochebuena. Dos, Severus le había prometido que terminaría y podría pasarla con ella, y tres, ella había calculado que podría completar gran parte de sus NEWTs más o menos en cuanto se pudieran organizar.

Había echado mucho de menos a Severus, pero él no se había olvidado de ella, su elfo había llegado todos los días con una sola rosa de col de color burdeos. Sí se preguntaba de dónde las sacaba, pero si el elfo las traía, tal vez las recogía de algún invernadero.

En cuanto al estudio, su tiempo de huida no había sido desaprovechado y había estudiado lo que había podido, pero no había sido hasta que le habían dado este nuevo plan y el acceso ininterrumpido a la biblioteca cuando pudo ver que estaba casi terminada.

Hermione estaba dispuesta a terminar el grueso de sus exámenes en cuanto el curso volviera a empezar, sólo le quedaban Pociones y Aritmancia por completar con el tiempo. Respiró aliviada; eso reduce mi carga de trabajo considerablemente. Luego una ceja castaña se alzó pensativa, Y también me da dos excusas para pasar más tiempo con Severus, le dijo su cerebro.

Hermione miró el reloj de su chimenea y comprobó que eran poco antes de las siete. Severus le había asegurado que terminaría de preparar las pociones esta noche, pero ella aún no lo había visto. Sin embargo, como si fuera el momento justo, el suelo se abrió y él entró. "¡Severus!", casi chilló, levantándose de un salto de su trabajo.

"Hola mi pequeña sabelotodo, veo que estás trabajando duro", entonó él con su habitual voz sedosa, recogiéndola en sus brazos cuando llegó frente a él. "Me alegro de verte", dijo en su pelo mientras la abrazaba.

Luego le ofreció el mismo beso educado, pero delicioso, que había dado dos veces antes mientras ella decía: "Te he echado mucho de menos, Severus". Ella esperaba no estar sonrojándose locamente, pero sospechaba que sí, y era cierto, le había echado de menos, y se alegraba de tenerle de vuelta.

"Y tú", volvió a decir él. "He preparado una cena de celebración para nosotros".

Hermione parpadeó, como una lechuza, y luego una encantadora sonrisa adornó sus rasgos. "¡Vaya!", jadeó.

Él sonrió a su vez -haciendo que su estómago se revolviera aún más- y chasqueó los dedos. Su pequeña mesa de comedor se había recolocado junto al fuego y ahora estaba adornada con un mantel blanco y con una olla de algún tipo de guiso que olía de maravilla. Verduras, una cesta de pan crujiente, una botella de vino tinto y toda la vajilla y los utensilios para su festín completaban el cuadro. "Vaya", volvió a respirar.

Acercó una silla: "Mi lady".

"Vaya, gracias, amable señor", rió ella mientras se sentaba.

Se sentó y quitó la tapa de la olla y Hermione tarareó su aprobación.

𝐸𝑙 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 | 𝑆𝑒𝑣𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora