8. El día de Navidad◽️

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Mientras comían, la lechuza de Harry golpeó la ventana. "Oh, noticias de la Madriguera", dijo Hermione, mientras se levantaba para dejarla entrar. La lechuza blanca, que era la viva imagen de Hedwig, se acomodó en el respaldo de una silla vacía y extendió la pata. Hermione acababa de darse la vuelta para coger la misiva cuando un rayo de color negro atravesó la mesa hacia el ave.

Severus arrancó hábilmente el manojo de pelos al pasar y lo regañó: "Atacar a una lechuza es un acto de estupidez, aguafiestas. Mejor aprende tus límites, jovencito".

Hermione soltó una risita mientras el gatito colgaba de los dedos de Severus balanceándose salvajemente en el aire. "Creo que no te ha oído", cacareó.

"Mmm", convino él, dejando al gatito en el suelo y señalando con la cabeza hacia la carta. "¿Qué tiene que decir el señor Potter?".

"Oh", miró la carta, "supongo que es sólo feliz Navidad", dijo, abriendo la nota y leyéndola, para luego entregársela a Severus una vez que terminó. Sólo confirmaba sus planes para mañana y les deseaba un feliz día. Después de sus pensamientos antes de dormir la noche anterior, a Severus le interesó ver que el joven mago parecía querer incluirlo también a él, y eso lo impresionó aún más.

Accioando una pluma y un pergamino, Hermione envió una respuesta. "Vas a venir conmigo mañana, ¿verdad?", le preguntó, levantando la vista de su escritura y sonriendo al verle interrumpir otro intento del gatito de llegar a la lechuza.

"Sí, creo que lo haré". La observó sonreírle, antes de que ella le diera de comer a la lechuza un poco de tocino y terminara su respuesta. Mientras ella abría la ventana una vez más, Severus aprovechó que ella estaba de espaldas y colocó su regalo frente a su lugar.

Cuando volvió a su desayuno se encontró con un regalo elegantemente envuelto que se cernía sobre su plato, y jadeó sorprendida.

"Feliz Navidad, Hermione", dijo él, en voz baja.

"¡Oh, Severus!", suspiró ella feliz y correspondió convocando su regalo de debajo del árbol. Ambos tenían una pequeña pila de regalos por abrir, pero eso podía esperar hasta más tarde. "Feliz Navidad para ti también, amor".

Sacando el regalo de donde flotaba, Hermione miró a Severus mientras deshacía el lazo de la cajita. Al abrirla, encontró un joyero, y levantó sus ojos hacia los de él una vez más antes de sonreír y abrirlo. Se quedó boquiabierta ante la bonita pulsera de oro que vio al abrirla. "Es preciosa", le dijo sacándolo de la caja, y corrió alrededor de la mesa. "Gracias", dijo, sujetándolo con fuerza.

"Un placer", le dijo él aceptando con alegría que se sentara a horcajadas sobre su regazo para besarlo.

"¿Me la pones?", le preguntó ella, tras apartarse del beso y tenderle la mano.

"Por supuesto", le dijo Severus, con su aliento haciéndole cosquillas en el interior de la muñeca mientras la besaba antes de ponerle la pulsera.

Hermione soltó una risita y reclamó sus labios una vez más. "Gracias", murmuró contra ellos. Su posición a horcajadas sobre su regazo le facilitaba mucho el beso, y el roce de su núcleo contra la dureza la hizo gemir en su boca mientras se besaban.

Severus sonrió ante el ruido que ella había hecho. Calmó su beso y se apartó para mirarla, pero se sorprendió al ver su labio firmemente encajado entre los dientes, un claro indicio de incertidumbre en Hermione. "¿Pasa algo malo?", preguntó él.

"No, ¿por qué?"

"Pareces preocupada".

"Oh... umm, no es nada, es que estoy un poco desubicada", confesó, y luego cambió rápidamente de tema. "Oh, mira, todavía tienes que abrir tu regalo".

𝐸𝑙 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 | 𝑆𝑒𝑣𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora