Capítulo 4

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En primer lugar, no era un hombre de muchas palabras. Sólo hablaba lo justo y necesario. Y aún así, el 99% de las veces la cagaba, por eso me quedaba callado. Me acostumbré a que todo lo que saliera de mi boca, de una manera u otra, terminara haciéndole daño a alguien, así que intentaba, cuando quería, no meter la pata.

"Por aquí tenemos la sala de estar" Dijo Louis haciéndome señas con sus manos hacia el espacio no tan grande pero tampoco tan pequeño. "Es lo primero que uno ve al entrar. Aquí las hermanas se reúnen a leer, a tejer...y esas cosas que hacen las mujeres de esa edad" Louis rió con respeto y yo lo imité, aunque a un volumen más alto.

Miré a mi alrededor, haciéndome el interesado en lo que Louis me mostraba y asentí, dándole a entender así que prosiguiera.

"Si vienes por este pasillo de aquí," El cura caminaba más rápido que antes, ya que el pasillo era algo largo y parecía apresurado para irse a dormir (pobre, lo había hecho quedarse despierto por mis gilipolleces) "encontrarás todas las habitaciones, cada una es ocupada por tres mujeres" Como si me importara una mierda, pero bueno.

Me conducía por un largo pasillo mientras me hablaba de aquel lugar. Sus paredes estaban pintadas de un color rosa viejo y decoradas con pinturas referidas a lo Católico (o eso parecía) y demás está decir que en cada puerta colgaba una cruz con Cristo crucificado en ella. Por momentos me sentí en una película de terror.

Si no me largaba de allí en una semana me convertiría en la próxima Virgen María. Aunque lo de virgen estaría demás.

"Y aquí... es tu habitación" Habló él con una gran sonrisa en su rostro, abriendo la última puerta al final del pasillo. Yo estaba tan necesitado de afecto que con simples sonrisas que me regalaba de a ratos sentía que ya todo estaba bien y mi vida estaba arreglada.

Di un paso al frente, adentrándome en la habitación.

"Wow..."El lugar era realmente grande. No parecía una sucia y desgastada habitación de motel como yo creía que luciría, o la habitación donde se realizaban exorcismos, más bien parecía...

"Aquí solía dormir el Obispo Horan"

Eso aclaraba todo. Esto antes le pertenecía a una autoridad mayor de la Iglesia.

Y fue entonces cuando me sentí sucio. Me daba asco. Nunca me gustó ese mundo. Nunca sentí que le debía algo a Dios, jamás creí que hubiera alguien a quien pedirle o agradecer. Y mucho menos agradecerle.

La religión, la Iglesia, las monjas, los curas...todo eso eran inventos, mierdas inventadas para llenar vacíos de la gente. Pero, Louis no parecía formar parte del grupo que los demás formaban, yo no lo metía en la misma bolsa que los demás. Él era...

"Perfecto" Susurré, queriendo que me escuchara y a la vez no. "La habitación es perfecta" Le dije con una sonrisa cínica, viéndolo como si fuera la mejor atracción de la feria.

Louis me miró serio, cruzado de brazos. "Nadie es perfecto, Harry. Sólo Dios" Agh, aquí vamos. Ya comenzaba a hartarme y habían pasado unos pocos minutos. No importaba, haría lo que fuera para vivir en ese lugar, por ser aceptado allí, por ellos, por Louis.

Me apoyé contra la puerta y me crucé de brazos, imitando a Louis. "Ah, sí. Claro, lo siento" Sonreí simpáticamente, y le di la razón como a los locos.

Louis me miró por unos segundos como si me estuviera estudiando y debo admitir que eso me asustó un poco, ya que creí que había descubierto que me estaba aprovechando de su bondad. "Bien. Bueno, creo que es mejor si descansas un poco. Yo iré a dormir, ya es tarde" Aunque parece que aún no, que por ahora se la había creído totalmente y mi actuación había sido un éxito. Me sonreía, me sonreía como si fuese una persona normal, alguien más, no un cura.

"Perdóneme, Padre. He Pecado" (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora