Capitulo ⅪⅤ

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Alessandra Joseph.

Mi habitación estaba abierta, mi alma permanecía estancada en cada verso sin sentido que solía sacarme de la manga. Afuera había ruido, algo que probablemente detestaba.

Ross subió escabulléndose entre las sombras para poderme espantar, hasta que la miré y seguí haciendo lo mío. Fue suficiente detenerse enfrente de todos los libreros que cubrían mi habitación y empezó a hablar con un poco de miedo. -¿Como aprendiste a leer tía?.-Su mirada estaba completamente llena de curiosidad, me parecía conocida ese tipo de curiosidad que yo tuve hace años con los libros de papa desde hace tanto tiempo.

Notar un mundo fuera de lo ordinario, de tener que descubrir distintos mundos que solo jugar, de mirar lo que les hacía falta a todos los hombres y juntarlos en unos cuantos libros, que solo mirar televisión no era suficientemente entretenido, que depender de alguien en la cual no tenía tiempo para sentarse a tu lado y hacer tarea antes de irse a duchar para después dormir. Era mirar esos libreros grandísimos repletos de libros, en la recamara de papa y mama, de la pieza de estar. Papa siempre se sentaba a mirarlos como si fuese un tesoro.

Y lo fue, un tesoro en el cual puedes descubrir mundos que te enseñan a ser fuerte. Sin pensarlo empecé a encontrar mi verdadera casa. Los libros y aquella inspiración por escribir poemas o sobre algo que anhelaba tanto empezaban a hacerme sentir en un lugar seguro. En mi propio hogar donde no había gritos, ni llantos, ni patrullas estacionadas afuera, siquiera había que tener miedo. Solo era yo y mis libros contra el mundo. -No recuerdo, fue hace mucho. -Sonreí. - ¿Quieres aprender?.-Ella asintió con la cabeza y se sentó cercas de mí.

-Tu siempre estas leyendo y siquiera tienen dibujos. -Bufo.

-No necesita tener dibujos para entenderle a algo que de verdad te gusta. -Me levante a seleccionar algún libro en especial, ella me siguió con la mirada y me sonrío.

-¿Me lees? Hace mucho no me has leído nada, ni del secreto. - Hace tanto tiempo le hice prometerme por la garrita jamas hablar sobre mi libro, sobre papa o lo que tenga que ver con una historia trágica que estaba en mi portátil.

-Calla, pueden oírte. - Le cubrí su diminuta boquita color rosa con mi mano fría, haciéndola reír.

-Un cuento y no digo nada. -Sonrío.-Pero quiero que tu lo hagas para mí.

-Esta bien.-Me arrincone en la cama y abrí mis brazos para que ella se fuera a recostar en mi regazo mientras le hablaba.-Había una vez, una niña en la cual tenía a papa y mama, Vivian en una casa inmensamente grande.-Pause mientras ellas me hacía abrazarla, me limite a quitarme de ella y trenzar su cabello, la oscuridad que había en mi pieza no se sentía tan oscura cuando estaba acompañada.-Su Mama era muy hermosa, muy dulce, Papa era un señor que vivía detrás de los libros, a donde quiera que iba tenía un libro en la mano.-Interrumpió.

-Es como tu.-Empezó a carcajear.

-La niña pasaba jugando en la pieza de estar, era muy reservada aunque le gustaba mas compartir con su mama, aprendiendo a hacer postres, tejer y ser simplemente una señorita.- Me quede jugando con el filo de su nariz y sonreí sin pensar en nada más que en lo grandiosa que será cuando sea mayor.-Una vez mama e hija salieron de casa mientras papa trabajaba, al llegar papa ya estaba sentado leyendo un libro, en su lugar favorito de la pieza donde podía mirar a su hija y a su esposa haciendo sus actividades diarias de casa, el menciono que le dolía el corazon, la niña se le acercó para poderle mostrar su brazalete de delfín y le beso su mejilla cálida- Mis ojos se cristalizaron.- Cuando pasaron los dias Papa.-Pause.

-¿Se murió? ¿La niñita no quería besarlo? Era su papa. -Interrumpió intrigada.

-No, calla. - Acomode su mechón de cabello. -Mama tuvo que salir con papa de noche, ellos debían ir a conquistar la luna era muy importante asi que papa tuvo que ir solo para que solo mama pudiera regresar a salvar el mundo aquí, justo como papa lo iba a hacer afuera.

-¿La niña nunca lo supo?.-Se levanto y recostó su cabeza en sus manos.- ¿Nunca pregunto por su papa?

-La niña siempre le daba un rayo de esperanza a mama de que el llegaría de la luna y volverían a ser nada más los tres.-Mis lagrimas empezaron a brotar. La voz de mama se escuchaba en el corredor, asi que la niña solo se limitó a levantarse.

-Es mamá. -Mencionó.

-Ve con ella. -Ordene mientras me limpiaba la cara. La niña minutos después desapareció de mi pieza, era necesario imaginar tantas veces los diferentes finales que tenía después de él. Me acerque a la venta, el cielo estaba repleto de estrellas, ese aroma a fresco que envolvía mis pulmones. Nunca me habían gustado tanto las noches que simplemente te hacían escuchar las propias estrellas, en la manera que suenan los quinientos millones de cascabeles que arrullan a los niños en su camastro.

Me quede solo algunos minutos mirando el cielo, sonriendo cada que encontraba las estrellas que alguna vez en tanto tiempo les llame, pidiéndoles consuelo o ayuda para poder encontrar a Papa.

Para que esa misión pudiera concluir y simplemente papa pudiera volver de la luna y venir a salvar mi mundo, justo como a Mama la salvaron, como a la mayoría de la gente que esta en mi vida se a salvado. Me e preguntado cuando será el día en que pueda ser salvada, en que pueda no sentirme una opción, sino simplemente ser elegida, ser algo para alguien.

No solo sentirme un objeto arrumbado que permanece en casa como símbolo de reliquia.

-Gótica. -Sonrío desde abajo, me miro por segundos y me hizo señas que bajara, pero me quede justo allí. Quizás desde hace tiempo fui salvada y me aferre tanto a no sentirme libre. -¿Estas bien?.-Empezó a trepar hacia mí.

-¿Qué demonios haces?.-Le ayude a subir y me reí.-Estas loco.

-Te eche de menos Gótica. -Me estrecho entre sus brazos. –

-Ax.-Mamure.-Tengo que contarte algo.-Se sentó y me miro atento.-Estoy saliendo con Joss.-Sonreí y le mostré un anillo con una margarita en medio, su rostro se le ilumino pero no dijo nada.

-Felicidades. - Mencionó a secas, se levantó, me beso la frente y volvió a treparse por la ventana para después irse. Esperaba algo menos eso, su corazon estaba echo pedazos y era mi culpa, nunca le llegue a escuchar cuando intentaba decirme que estaba perdidamente enamorado de mi por miedo a destruir todo lo que teníamos, pero igual ya estaba perdido ahora.

No tenía razones para molestarme con el, simplemente lo entendía y sabia que lo tenia que dejar por un momento.















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