Epílogo: Lucas 23:43

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"Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso"

Lucas 23:43

En la Biblia, hay otra historia que causa gran controversia entre quienes le prestan atención

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En la Biblia, hay otra historia que causa gran controversia entre quienes le prestan atención. La de Sodoma y Gomorra.

Un día, el Padre decidió que ningún humano o bestia en estas ciudades merecía su perdón, ni la vida. Ni siquiera infantes.

Sus serafines descendieron en grupo, quizás por única vez conocida por la humanidad. Seres celestiales, gloriosos y aterradores con figuras que no eran para nada humanas y poderes capaces de enviar una lluvia de ácido y fuego sobre dos ciudades, hasta volverlas polvo.

Se suponía que esto era una lección, una enseñanza vieja a la que debía encontrársele un sentido más bien metafórico.

Sí hubo tales ciudades con esos nombres y sí fueron destruidas porque el Padre así lo decidió, pero no fue obra de sus serafines. Tenían prohibido descender a la Tierra por aquella época, tras la Caída de los gemelos.

Sin embargo, hablar de un ejército celestial monstruoso con esa fuerza debía lograr que la humanidad se "comportase" según los preceptos del Padre.

No debía repetirse. No pensaban repetirlo.

Pero mientras Bel volaba por su zona favorita del Edén, escondiéndose de Jordi, en la Tierra, unos humanos contemplaban las imágenes de estas figuras aterradoras que debieron quedarse como una leyenda de advertencia en el lado más oscuro de su historia y se llenaban de una mezcla de rabia e impotencia que sólo era causada por el miedo más puro.

Para cualquiera que prestase atención a la historia de la humanidad, era bastante claro que lo que pasaba una vez, podía pasar otra.

Mientras esos seres existiesen, también existía un riesgo.

A la humanidad le fue bastante bien olvidando la época violenta y cruel del Padre, pero había alguien que no sólo quería que lo recordaran, sino que lo tuviesen más presente que nunca.

Las personas más paranoicas dirían que esos días oscuros podían volver en cualquier momento, si el Padre así lo quería.

Y no estarían del todo equivocados.

Mientras su existencia era cuestionada, Bel se ocultaba tras un arbusto y adoptaba su forma de gato, convencido de que Jordi podía perder de vista a un ser de un metro setenta con cuatro alas.

Por supuesto que no era tan fácil.

Jordi lo alcanzó y alzó al gato negro, que se quejó y crispó entre sus manos. La criatura le dio paso a la forma humana de Bel, que lo envolvió con brazos y piernas.

—¿Me cargas de regreso? —preguntó, con su expresión más "inocente".

—¿Para qué empiezas a jugar si sabes que te cansas tan rápido? —replicó Jordi, negando, pero comenzó a moverse llevándolo.

—Para que me cargues de vuelta —obvió Bel, frotando el rostro contra su hombro.

Cuando Jordi fingía quejarse, Bel se reía como pocas veces lo había hecho en esos milenios y como cada vez era más común aquellos días, luego seguía acurrucándose en su cuello y Jordi le daba un beso en la cabeza, que era uno de sus nuevos gestos favoritos.

Tal vez no fuese tan espectacular como las historias que causaban pánico, pero era la historia que le gustaba a Bel.

En el futuro, más personas conocerían esta historia también, aunque no podían estar seguros del tipo de interpretación que le darían.

Tampoco le importaba demasiado. 

Pereza (Pecados #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora