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>De todos los animales, el hombre es el único que es cruel. Él es el único que inflige dolor por el placer de hacerlo<
–Mark Twain

 Él es el único que inflige dolor por el placer de hacerlo<–Mark Twain

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Aparecieron alineados en una formación rígida y formal, pero no se trataba de una marcha a pesar de lo conjuntado de su avance. Pasaban entre los árboles en perfecta sincronía, como una procesión de sombras negras suspendidas a pocos centímetros del suelo cubierto de nieve, de ahí ese desplazamiento suyo tan desenvuelto

Los posiciones en las zonas exteriores del destacamento estaban ocupadas por miembros equipados con ropajes grises, pero la tonalidad se iba oscureciendo hasta llegar al más intenso de los negros en el centro de la formación. Era imposible verles los rostros, ensombrecidos y ocultos por las capuchas. El tenue roce de las pisadas parecía música debido a la regularidad de la cadencia, era un latido de ritmo intrincado que no mostraba ninguna vacilación

No logré ver la señal a cuya orden se desplegó la formación, tal vez porque no hubo indicación alguna, sino milenios de práctica. Realizaron el movimiento con elegancia, pero fue demasiado rígido y agarrotado como para recordar la apertura de los pétalos de una flor, a pesar de que el colorido sugería tal semejanza. Se parecía más al despliegue de un abanico, grácil, pero muy angulado. Las grises figuras encapotadas se replegaron a los flancos mientras las de vestiduras más oscuras avanzaron por el centro con movimientos muy precisos y esmerados

Progresaron con deliberada lentitud, sin prisa ni tensión ni ansiedad. Era el paso de los invencibles

La escena me recordaba demasiado a la vieja pesadilla, salvo ese deseo mío de verles las caras y descubrir en ellos las sonrisas de la venganza. Los Vulturis se habían mostrado demasiado disciplinados hasta aquel momento, como si quisieran no evidenciar emoción alguna. No demostraron asombro ni consternación ante el variopinto grupo de vampiros que los esperaba, una camarilla que de pronto, y en comparación, parecía desorganizada y falta de preparación

Tampoco se sorprendieron al ver al lobo gigante situado en el centro de nuestra formación

Hice un recuento de efectivos, no pude evitarlo. Eran treinta y dos, y eso sin contar a las dos figuras de capas negras y aspecto frágil que merodeaban en la retaguardia. Parecían las esposas. Lo protegido de su posición sugería que no iban a participar en el ataque. Aun así, nos sobrepasaban en número. Seguíamos siendo diecinueve combatientes y siete testigos que iban a presenciar cómo nos hacían puré. Nos tenían en sus manos incluso contando con el concurso de los diez lobos

-Se acercan los casacas rojas, se acercan los casacas rojas -Dijo Garrett para el cuello de su camisa antes de soltar una risa entre dientes y acercarse un paso a Kate-

-Así que si  han venido -Comentó Vladimir a Stefan con un hilo de voz-

-Ahí están las damas, y toda la guardia -Contestó Stefan, siseante- Míralos, todos juntitos Hicimos bien en no intentarlo en Volterra

𝐑𝐨𝐣𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫  [ᴶᵃˢᵖᵉʳ ᴴᵃˡᵉ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora