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>Vive como si fueras a morir mañana, aprende como si fueras a vivir para siempre<
-Gandhi


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Respiré hondo. Baltazar se me agarrotó el cuerpo como síntoma de mi oposición a la perspectiva de llevar a los niños al centro del conflicto, pero confiaba en Edward. Él sabría si Aro planeaba alguna traición sobre ese punto.

El cabecilla Vulturis había llevado tres protectores a esa conferencia al más alto nivel, por lo que decidí hacerme acompañar por otros dos. Los elegí en menos de un segundo.

—¿Jacob? ¿Emmett? —pregunté en voz baja. Emmett se moría de ganas de venir y Jacob no iba a ser capaz de quedarse atrás. Ambos asintieron, y Emmett lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja.

Me flanquearon mientras cruzaba el campo. Se levantó otro runrún de descontento entre las filas de la guardia en cuanto vieron mis elecciones. Era obvio que no confiaban en el hombre lobo. Aro alzó una mano para acallar de nuevo las protestas.

—Tienes unas compañías de lo más interesantes —le comentó Demetri a Edward en un cuchicheo.

El interpelado no le respondió, pero Jacob dejó escapar entre los dientes un sordo gruñido. Nos detuvimos a unos pocos metros de Aro. Edward se deshizo del brazo de Aro y se unió a nosotros con rapidez, tomando la mano de Bella. Se produjo un momento de silencio cuando nos encontramos unos frente a otros. Felix hizo una leve venia a modo de saludo.

—Hola otra vez, Bella. El guardia esbozó una ancha sonrisa llena de arrogancia mientras vigilaba el movimiento del rabo de Jacob con su visión periférica.

—Hola, Felix —contesto mientras dedicaba una seca sonrisa al ciclópeo vampiro

—Tienes buen aspecto —rió entre dientes—. Te sienta bien la inmortalidad.

—Muchas gracias.

—Bienvenida, es una pena...

Interrumpió su comentario a la mitad y quedó en silencio, pero no necesitaba las facultades telepáticas de Edward para imaginar la frase completa: «Es una pena que vayamos a matarte dentro de poco»

—Sí, qué pena, ¿verdad...? —murmuré. Felix pestañeó, pues bien no sabia quien era yo

Aro no prestó atención alguna a nuestro intercambio dialéctico. Ladeó la cabeza con expresión fascinada.

—Oigo el latido de sus extraños corazones —murmuró con una nota musical en la voz—. Huelo su extraño efluvio —luego, volvió hacia mí sus ojos brumosos—. En verdad, joven Bella, la inmortalidad te ha convertido en una criatura de lo más extraordinario. Parece que hubieras estado predestinada a esta vida, al igual que la bella pareja de Jasper

Asentí con la cabeza en señal de reconocimiento por el piropo.

—¿Te gustó mi regalo? —inquirió cuando fijó la mirada en mi collar. —Es hermoso y muy, muy generoso de tu parte. Gracias. Tal vez debí enviarte una nota de agradecimiento —Dijo Bella

Aro se echó a reír, encantado.

—Sólo era una chuchería que tenía por ahí. Me pareció un adorno adecuado para tu nuevo rostro, como de hecho lo es

𝐑𝐨𝐣𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫  [ᴶᵃˢᵖᵉʳ ᴴᵃˡᵉ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora