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"Ama a todos, confía en pocos, no hagas daño a ninguno"~William Shakespeare


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  —¿Puedo sugerir uno a vuestra consideración? —solicitó Garrett en voz alta tras adelantarse un paso. —Nómada... —dijo Aro, asintiendo en señal de autorización. Garrett levantó la barbilla, miró de frente a los corrillos de testigos situados al final del prado y dirigió a ellos su alocución. —He venido aquí a petición de Carlisle en calidad de testigo, al igual que los demás —empezó—, y en lo tocante a la niña eso ya resulta innecesario. Todos vemos qué es. »Me he quedado para ver algo más, a vosotros —señaló con el dedo a los desconfiados vampiros—. Conozco a dos de vosotros, Makenna y Charles, y compruebo que muchos otros sois vagabundos y azotacalles, como yo. No respondéis ante nadie. Sopesad con cuidado mis palabras. »Los antiguos no han venido aquí a impartir justicia como os han dicho. Muchos lo sospechábamos y ahora ha quedado probado. Acudieron aquí mal informados, cierto, pero se presentaron porque tenían un pretexto válido para desencadenar la ofensiva. Sed testigos ahora de la debilidad de sus excusas a la hora de continuar su misión. Reparad en sus esfuerzos para encontrar una justificación a su verdadera intención: destruir a esa familia de ahí. Garrett abarcó con el gesto a Carlisle y Tanya. —Los Vulturis están aquí con la intención de borrar del mapa a quienes perciben como unos competidores. Quizá vosotros, como yo, miréis a ese clan de los ojos dorados y os maravilléis. No es fácil comprenderlos, en verdad, pero los antiguos miran y ven algo más que esa extraña elección, ven poder. »He presenciado los lazos de unión de esa familia, y digo familia, no aquelarre. Estos extraños de ojos dorados niegan su propia naturaleza, pero ¿acaso no han encontrado algo más valioso que la simple gratificación del deseo? Los he estudiado un poco a lo largo de mi estancia en esta zona y me parece que algo intrínseco a esos vínculos familiares tan intensos, los cuales hacen posible todo lo demás, es el carácter pacífico de esta vida de sacrificio. No hay entre ellos el menor atisbo de agresión, a diferencia de lo visto en los grandes clanes sureños, cuyo número aumentaba y disminuía enseguida durante el transcurso de sus salvajes venganzas. Nadie se molesta en pensar en la dominación, y Aro lo sabe mejor que yo. Contemplé el semblante del aludido llena de tensión, esperaba su reacción mientras el errabundo le lanzaba aquella invectiva. Pero el dirigente Vulturis mostró en sus facciones esa expresión de amable burla propia de un adulto que confía en que al niño se le pase el berrinche cuando comprenda que nadie le presta atención.


—Cuando nos informó de lo que se avecinaba, Carlisle nos aseguró a todos que no nos llamaba para luchar. Esos testigos de ahí —dijo mientras señalaba a Siobhan y Liam— estuvieron de acuerdo en dar testimonio a fin de ralentizar el avance de los Vulturis con su presencia y que así Carlisle tuviera la ocasión de defender su causa. »Pero algunos de nosotros nos preguntábamos —prosiguió al tiempo que sus ojos se posaban en el rostro de Eleazar— si a Carlisle le bastaría tener la razón de su parte para detener la así llamada justicia. ¿Qué han venido a proteger los Vulturis? ¿Nuestra seguridad o su propio poder? ¿Pretenden eliminar a una criatura ilegal o una forma de vida? ¿Se quedarían satisfechos cuando el peligro resultara ser un simple malentendido o echarían los restos sobre el tema sin contar con la coartada de la justicia?

𝐑𝐨𝐣𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫  [ᴶᵃˢᵖᵉʳ ᴴᵃˡᵉ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora